Opinión

Democracia a la deriva

Miércoles, Abril 6, 2022
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Parecería que la revocación es un invento para que los amigos del Presidente le adulen y exalten
Es vicepresidente de Perspectivas Interdisciplinarias, A. C. (www.pired.org), organización civil con trabajo académico y de desarrollo económico de grupos vulnerables; y promotora de acciones vinculadas con la cultura comunitaria indígena y popular. Su línea de interés es la Huasteca y la Sierra Norte de Puebla.
Democracia a la deriva

Lo visto el fin de semana parece indicar que se trataba de un ensayo de lo que nos puede esperar en las elecciones del 2024. La estructura y recursos del gobierno volcados hacia la campaña del partido Morena y sus candidatos. De presidente de la República a alcaldes de pueblo, pasando por diputaciones federales y locales, y senadores. Veo al secretario de Gobernación en un templete indicando votar seis de seis para los candidatos de Morena. El argumento: culminar la transformación prometida por López Obrador y que no alcanzó a consumar por la derecha golpista y el INE entregado a las fuerzas del mal. Son los argumentos que desde ya se ondean en lo más alto del firmamento patriotero. Por eso creo que lo del sábado en el norte del país prende los focos rojos. No sólo es la presencia del garante de la política interna soliviantando a la concurrencia, sino el aval del presidente del partido oficial, y lo que no se había visto desde los años veinte: generales haciendo proselitismo electoral con recursos de la Guardia Nacional. Porque de eso se trata la elección del domingo. De ensayar varios escenarios.

Me parece que esa es la verdadera estrategia del presidente Obrador cuando anuncia que enviará una iniciativa de reforma electoral al Congreso para que los órganos electorales (consejeros y ministros), sean elegidos directamente por el pueblo. Ya sabemos que en el diccionario del gobierno “pueblo” es el dedo del presidente López Obrador (que el Fondo de Cultura Económica reedite El dedo de oro de Sheridan). Sabemos que el dedazo se encuentra en lo más hondo de la tradición autoritaria del priismo. El mensaje parece decir que este gobierno está dispuesto a ganar la próxima elección presidencial al costo que sea. En el fondo lo que se busca es que de nuevo las elecciones sean organizadas y calificadas en la Secretaría de Gobernación. Como ocurrió hasta la votación de Carlos Salinas de Gortari, en 1988, a cuya cabeza se encontraba otro tabasqueño (casualidades de la vida): Manuel Bartlett. Al parecer uno de los hombres más poderosos en aquella etapa. Aunque no como ahora. El desenlace de aquella elección fue de mucha inestabilidad y violencia política. Mataron al candidato presidencial del partido en el gobierno y al secretario del partido gobernante. No fueron crímenes pasionales ni intentos de asalto, como se dice ahora. Fueron ejecuciones a pleno día.

También Carlos Salinas propuso a mitad de su gobierno una reforma electoral.  También él invoca al pueblo para justificar sus cálculos personales para ganar la próxima elección, pero nunca puso en duda los instrumentos de la democracia electoral y representativa, como ahora. En su mensaje al Congreso (recordemos que en el pasado los presidentes acudían al poder Legislativo a rendir cuentas de su desempeño, lo que ya no ocurre por decisión altanera de quienes ahora gobiernan; impidieron que Fox ingresara al recinto), Salinas apelaba a los partidos políticos (el sustento de la democracia) a estudiar y proponer las modificaciones a la ley para perfeccionar el marco electoral y adoptar los métodos de los países más avanzados, con el fin de proporcionar resultados el mismo día de la elección. En aquella alocución reconocía la exigencia legal de establecer la credencial con fotografía para votar. Hablaba de diálogo de todas las fuerzas políticas y del papel del Congreso. Aquella fue parte de cambios crecientes que desembocaron en la naturalización de la alternancia de partidos en la Presidencia de la República. Por ese proceso gradualista fue como PRD-Morena gobiernan ahora.

Chayo News I

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En el marco de la feria del libro que anima la BUAP, el próximo sábado a eso de las cinco de la tarde, un grupo de amigos cómplices nos reuniremos en el Salón de Usos Múltiples del Edificio Carolino a comentar el libro Desarrollo regional en la Sierra Norte de Puebla durante la época prehispánica, de la autoría del arqueólogo y doctorante Alberto Díez Barroso Repizo. Se trata de un libro precursor en su género. Como se sabe, fuera de los trabajos alrededor de los centros ceremoniales de Tajín y Yohualichan prácticamente se ignora todo lo que tiene que ver con el otro lado de la historia de Puebla. A diferencia de lo ocurrido en los valles centrales de Puebla y Tlaxcala, la sierra no contó con cronistas misioneros que hicieran el registro de los indios en la primera mitad del siglo XVI. Sahagún se estableció en Tepeapulco (Hidalgo) a diseñar el proyecto de su magna obra. La excepción fue Andrés de Olmos, el llamado “evangelizador de la huasteca”. Eligió Hueytlalpan como lugar de residencia. Olmos es autor de un trabajo seminal Tratado de hechicerías y sortilegios. Su establecimiento ocurre en 1539 y se retira en 1554, ya muy viejo. En Hueytlalpan participa en un proceso de extirpación de idolatría y en el juicio inquisitorial al señor de Matlatlán, acusado de poligamia e idolatría. Se le acusaba, caray, de tener diecisiete concubinas jovencitas. Torquemada se establece en Zacatlán, terreno totonaca como Hueytlalpan. De labios de los indios recogió la versión de que Teotihuacán había sido construido por totonacos. Ante la falta de información documental no queda más que la arqueológica. Aquí radica la importancia del trabajo de Diez Barroso. El descubrimiento de Yahualichan en los años veinte del siglo pasado fue la pauta. Tres décadas después fue trabajada de manera sistemática por el gran García Payón (pedía exprés doble en los portales de San Andrés Tuxtla). Pues bien, si usted se encuentra entre los curiosos del pasado, allá nos saludamos.

Chayo News II

Que qué haré el próximo domingo, ya lo dije. Me quedaré de brazos caídos. El Presidente de la República, como todos los funcionarios, deben rendir cuentas de sus acciones y omisiones. Para eso no hace falta una consulta de revocación. Lo que se requiere es que se cumpla la Constitución. Allí está previsto todo. La revocación es un invento para que los amigos del presidente López Obrador lo adulen y exalten y recupere la popularidad perdida entre los sectores informados.  Al final, el gobierno perdió el debate y el decoro.

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