Opinión
Sin educación no hay futuro II
Durante los dos años de pandemia por Covid-19 sufrimos un grave revés en la educación de niños y jóvenes en nuestro país. Cerca de 5 millones abandonaron la escuela, el 70 por ciento de los planteles públicos fueron vandalizados y el modelo de las Escuelas de Tiempo Completo, que atendían a las poblaciones más desprotegidas, simplemente fueron cancelados.
De por sí, antes de la pandemia, los resultados de la prueba Planea 2018 demostraron que el 80 por ciento de los estudiantes de primaria no alcanzaban los conocimientos esperados tanto en matemáticas como en lectura y escritura. Dicho de otra forma, saben leer, pero no entienden lo que leyeron; saben sumar, pero no saben hacer otras operaciones básicas de matemáticas.
Y peor aún, tendremos un lento retorno a las aulas, debido a que muchos planteles no están listos, y a problemáticas logísticas en cada uno de los estados del país. Comenzaremos la normalidad académica hasta después de Semana Santa.
Lo que pienso es que nuestros niños y jóvenes están viviendo un abandono generalizado de parte del Estado.
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A nuestros jóvenes, desde décadas atrás se les quitó el derecho a una educación con calidad, les quitaron deportivos, les quitaron actividades culturales, les quitaron acceso a un empleo bien remunerado. Les hemos quitado la protección y la orientación que necesitaban
El Covid-19 no vino sino a desnudar todas nuestras carencias y todo ese abandono acumulado. Ya estábamos mal y ahora estamos peor. Porque no me va a dejar mentir, pero la educación pública está por los suelos, pero tampoco es que en las escuelas privadas se les enseñe a recitar a Aristóteles.
Para ejemplificar un poco lo que comento, sucede que nuestra juventud no conoce los personajes mágicos de Juan José Arreola ni los poemas de Octavio Paz, pero sí saben cosas como qué es un levantón, un halcón, un sicario, narcomenudeo, cárteles de la droga.
Los niños y jóvenes que viven en pobreza y pobreza extrema son los más afectados por esos dos años fuera de las aulas. Y urgen acciones para ellos.
Paulatinamente, el vacío educativo ha sido llenado por una maraña de conceptos y figuras idealizadas de narcos en los medios de comunicación. Desde que se levantan de la cama, nuestros chicos respiran todo eso en la web, redes sociales y demás.
En octubre de 2021, se instaló el Observatorio Nacional de Prevención del Reclutamiento de Niñas, Niños y Adolescentes por parte de la Delincuencia Organizada, cuyo trabajo se ha enfocado a establecer en qué medida el narcotráfico está reclutando a los jóvenes.
En su informe publicado en esta semana, el Observatorio, dependiente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana dice, lo que ya sabemos, que el narco ve a los jóvenes que están reclutando como un recurso manipulable, prescindible y de bajo costo. Y las actividades que realizan son halconeo (es decir espionaje de rivales y de autoridades), mulas (traslado de droga) y reclutamiento de otros menores de edad, sicariatos, vigilancia de casas de seguridad y hasta extorsión.
No sé cómo la vea, pero ya no necesitamos el diagnóstico. Nos urgen las soluciones.
El Observatorio advierte que no hay datos precisos sobre el número de menores que pudieron haber sido reclutados por los capos de la droga. Sin embargo, la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) estima que entre 30 y 35 mil menores han sido ya reclutados y casi 140 mil tienen riesgo de ser alistados en sus filas, debido a situaciones de inequidad y falta de oportunidades.
Hay una gran población de niños y jóvenes que viven en situación de exclusión social, inseguridad y violencia cotidiana que requieren atención.
Urge una verdadera reforma educativa que permita lograr movilidad social desde la educación. Por lo menos necesitamos que nuestro gobierno aumente la inversión en infraestructura, materiales educativos y capacitación a los docentes. Los daños ocasionados por el Covid en la educación sumarán lustros de retraso.
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