Opinión
Amor imperfecto
El amor es imperfecto. No existe por sí ni para sí; el amor se crea, se construye, se fortalece… se regenera; lo moldea uno como persona, lo inventan dos como pareja, lo edifican otros como familia y sociedad.
El amor no nace de la nada. Surge de la necesidad del alma, de la propia voluntad; nace con una mirada, llega con un aroma, tropieza con una palabra; uno lo inventa, lo transforma… y lo vuelve a inventar. Es así todos los días.
El amor es una casa. Se levanta con esfuerzo, requiere de un par de brazos, de dos corazones. Ambos, todos, colocan puertas y ventanas; juntos la decoran… la embellecen. Es un hogar que nunca, ni con los siglos, termina de “ser”. Siempre está en permanente construcción.
El amor es un amigo. Es fiel, es leal, es honesto, es bondadoso y tierno; suele reflejar las mejores virtudes como compañero… pero también expresa los peores desencuentros. Es difícil aceptarlo sin miramientos; es fácil vetarlo y botarlo cuando se vuelve ciego.
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El amor es frágil. No nace fuerte como sentimiento; es vulnerable y débil como un pequeño infante, como un diminuto ser que requiere de paciencia, de horas de vuelo, de tiempo para crecer, para madurar, para hablar y decir: “Te Quiero”.
El amor es engañoso. Carga con trampas permanentes que no vemos; suele presentarse como Jano, el dios griego, con doble rostro, mirando hacia lo opuesto, hacia la entrada y la salida, hacia lo perenne y lo eterno. Ni los más sabios llegan a conocerlo. No lo entienden, no lo razonan… no lo dimensionan.
El amor, un astuto ladrón. Llega a casa, al corazón, siempre sin avisar, por eso exhorta a estar atentos, para no dejarse arrebatar lo más preciado, lo más valioso que tenemos.
Quien quiera vivir en el amor y para el amor deberá comprender que se hace de defectos, que se vive a diario con esos trozos, con esos desperfectos.
El amor no garantiza el éxito, el triunfo, la permanencia y el trofeo; lo único que ofrece, y promete, es el dulce sentimiento de posesión. Lo posee quien lo siente, quien lo cuida, quien lo hace florecer.
El amor, finalmente, es un largo camino que se escombra a diario, un hermoso jardín que se cultiva cada segundo, cada día, cada año, con toda la inteligencia, con todas las fuerzas, con toda el alma, con toda la pasión… con todo el corazón.
Sólo en la imperfección del amor se subsiste, se permanece; sólo en la imperfección del amor se vive, se embelesa, se crece. Hay que vivir el amor tal cual es, sin sueños tontos, sin pretensiones que lo derrumben. El amor, recuérdenlo bien, es imperfecto.
¡Felicidades Alejandro y Sofía por la valiente decisión que han tomado! Les deseamos larga vida juntos…
@elmerando
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