Opinión
De protocolos y cosas peores
Todos pensábamos que los protocolos interesaban poco al actual gobierno. Por eso llamó la atención que el vocero presidencial publicara la foto de la Ministra Presidente sentada, mientras que los demás que presidían el aniversario de la Constitución estaban de pie.
Por eso llamó la atención también que, mientras el representante de uno de los tres poderes estaba en el centro de ese presídium, los representantes de los poderes judicial y legislativo estuvieran al margen del mismo. Más cerca del centro, los dos militares del gabinete presidencial.
Al día siguiente, en la mañanera, el presidente López Obrador subrayó el hecho protocolario. Con intención irónica, creo que no bien lograda, comentó que le daba mucho gusto que la ministra estuviera sentada. Que eso mostraba la autonomía del Poder Judicial. No como era antes, cuando los ministros eran como empleados del presidente. Más de alguno pensaría en el anterior presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, célebre por su cercanía con López Obrador.
Hay quien interprete la actitud del Ejecutivo federal como un intento de distraer a la opinión pública de los problemas que el país enfrenta, y que su gobierno está lejos de resolver. De eso dicen que se tratan las mañaneras, de “fijar la agenda”. En este caso, lo que se conoce como un “caja china”, un tema que distrae de lo sustantivo.
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Puede ser. Pero la relación entre poderes en México es un tema sustantivo. Más allá de protocolos y formalidades, el Ejecutivo ha expresado, con dichos y con actos, que le molesta la autonomía de las demás instituciones. Del legislativo y del judicial, y de los organismos constitucionales autónomos.
En la dicotomía planteada desde la Grecia Clásica entre gobierno de personas y gobierno de leyes, el gobierno actual ha optado claramente por la primera. Se ha quejado varias veces de las leyes (“suprema corte de derecho, más que de justicia”, “no me vengan con que la ley es la ley”, “ninguna ley por encima del pueblo”, “a veces tienes el gobierno, pero no tienes el poder…”).
Todo esto no son distractores, sino una concepción de lo que debe ser la política. Que una persona lo crea, no sería problema. Que la mayoría de los mexicanos estén en esa creencia, tiene serias consecuencias. ¿A quienes favorecen, y a quienes perjudican?
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