Opinión

El grado académico como título de faramalla

Domingo, Enero 29, 2023
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Las virtudes de gobierno no suponen un grado académico; el oficio político impulsa acuerdos
Diputado federal desde 2018 representando por mayoría relativa al Distrito VI. Estudió la Licenciatura en Derecho en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Fue dirigente de El Barzón poblano, y desde diferentes espacios de participación ha promovido acciones para construir bienestar en la sociedad.
El grado académico como título de faramalla

El supuesto plagio de la tesis de licenciatura de la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Yasmín Esquivel, colocó en el centro del debate público la honestidad intelectual, el plagio y nuevamente la corrupción en este sentido, moral. Diversos actores se han posicionado al respecto y esta semana los dos poblanos con cargos de representación en el Congreso como el presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) de la Cámara de Diputados,  Ignacio Mier y el presidente de la Mesa Directiva del Senado, Alejandro Armenta, hicieron lo mismo.

Las declaraciones de uno y otro tuvieron repercusiones: el primero por asumir la responsabilidad de lo que reconoció como un error de criterio de juventud, es decir, el no titularse; el segundo, como representante de un poder autónomo tuvo incluso que recular y matizar el llamado que hizo a la ministra para que hiciera un “acto de consciencia”.

Más allá del fondo del asunto —que más bien les corresponde resolver por un lado a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y a los órganos de procuración de justicia—, el debate se suscitó desde grupos de oposición y medios de comunicación con una línea editorial muy definida. La falta que se acusa es grave, más no debe omitirse su carácter político.

Del tema podríamos destacar diversas aristas y reflexiones, sin embargo, una de las que más llamó la atención en estos días es la embestida de la que fue objeto el Presidente de la JUCOPO en la cámara baja. Para empezar el diputado Ignacio Mier ostenta un cargo de elección popular, es decir, que cualquier persona, por el simple hecho de ser mexicana tiene derecho a votar y ser votada para ostentar dicha posición. Hay otros cargos que requieren un grado académico, sin embargo, hay que ser tajantes, la naturaleza de la representación popular no puede estar condicionada a grados académicos.

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El estigma de los grados académicos ha alejado a las personas de participar en política y las ínfulas de autoridad académica no han sido garantía de eficiencia o eficacia.  La tecnocracia, la supuesta pericia en el ejercicio de gobierno y los títulos pomposos de universidades extranjeras resultaron ser un fiasco para nuestro país.

Por si fuera poco, hay actores que aprovechando su influencia o sus cargos públicos logran simular títulos, se hacen llamar maestros o doctores, y contratan escritores para redactar libros y los presentan como propios, entre otras prácticas desdeñables para adaptarse a los criterios de exigencia, supuestamente académicos, que en realidad son simplemente, la búsqueda de títulos pomposos para engrosar la hoja de vida y presentarse con una supuesta mejor preparación.

Las virtudes de gobierno no suponen un grado académico; la destreza política deconstruye las visiones autoritarias del poder, el oficio político impulsa los más amplios acuerdos y coaliciones. Todo lo anterior impulsado por hombres de carne y hueso, que independientemente de su formación escolar, logran grandes cometidos republicanos, es el caso, por ejemplo, del diputado Ignacio Mier, así como de otros representantes públicos que han sido buenos administradores y personas con vocación de servicio, buen criterio y sentido común.

Tw: acarvajalh

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