Opinión

Del autocuidado al verdadero cuidado colectivo

Sábado, Febrero 11, 2023
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En Puebla más del 55% de las personas desaparecidas son mujeres; y sus edades entre los 13 y 30 años
Licenciada en Comunicación y Maestra en Desarrollo Humano por la Ibero Puebla. Desde el área de Servicio Social de la Ibero Puebla promueve proyectos con comunidades vulnerables en el sur del país    
Del autocuidado al verdadero cuidado colectivo

En las últimas semanas de diciembre y principios de enero, vimos cómo surgían a diario carteles y mensajes sobre mujeres desaparecidas. En algunos casos fueron encontradas sin vida y muchas otras, a la fecha siguen sin aparecer. Durante los últimos años, se volvieron cotidianas las imágenes de mujeres, niñas, adolescentes de todas las edades, que salieron de sus casas, de sus trabajos, de la escuela y no regresaron.

Tal parece que las redes de apoyo ya no son suficientes para poder transitar con tranquilidad, para desplazarnos entre nuestras casas y la universidad, el trabajo, la preparatoria, etc. Lo mismo sucede con las relaciones que formamos, donde con mayor frecuencia se tornan violentas, de acoso, hostigamiento.

En estas charlas cada vez más frecuentes, nos cuestionamos sobre cómo cuidarnos, qué hacer, a quién avisar, rutas seguras, aplicaciones de teléfono para enviar alertas o algún otro recurso disponible para cuidarnos. Sin embargo, pareciera que nada es suficiente. Es una realidad latente, y los mecanismos de cuidado son cada vez más normalizados y evidentemente necesarios, ante los riesgos que se ven a diario.

No se trata de vivir bajo el temor, pero sí de estar alerta, de generar nuevas formas de cuidarnos; pero sobre todo de cuidar a todos y de reconocer que estamos en contextos de violencia e inseguridad mucho más complejos que años atrás. Y que es fundamental que estemos conscientes de esta realidad y de la vulnerabilidad en que se encuentran muchas de nuestras hermanas, hijas, amigas, vecinas.

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En algunos casos de desaparición puede darse aviso a las autoridades con rapidez debido a que los mecanismos de autocuidado dan pauta para saber que algo pasó y que la persona está desaparecida. Es decir, cuando tenemos estos hábitos de avisar a qué hora salimos, de dónde, hacia qué lugar nos dirigimos, si vamos solas o acompañadas, si hemos regresado. Son pequeñas rutinas que, en casos desafortunados como la desaparición, con mayor rapidez nos damos cuenta de que algo raro está sucediendo. Sin embargo, en pocos casos estos recursos y avisos dan poca certeza de que la búsqueda será exitosa y las personas regresarán sanas y salvas.

Actualmente, en el estado de Puebla más del 55% de las personas desaparecidas son mujeres; y en promedio, sus edades oscilan entre los 13 y 30 años. Como ya mencionaba, en muchos casos la búsqueda continúa y en otros tantos las mujeres fueron encontradas sin vida, con huellas de violencia. Es evidente que nos encontramos en tiempos muy volátiles, con mucha inseguridad y altos índices de violencia; y que las mujeres enfrentan condiciones mucho más inciertas y de riesgo.

Si bien es corresponsabilidad el cuidarnos entre todos, también es indispensable generar mecanismos de acompañamiento que favorezcan este cuidado; y se debe fomentar desde diferentes espacios, ya sea desde el hogar, pasando por las escuelas, universidades y los centros laborales; y en todos aquellos vínculos que puedan propiciar un cuidado amplio, fortalecido y comunitario. Fomentar este cuidado, informar sobre lo que sucede en nuestras ciudades, consolidar redes solidarias, creando espacios seguros, son formas de ir generando conciencia, de ser empáticos, y estar atentos y alertas de nuestros cercanos.

Sabemos que no es suficiente, pero por pequeños pasos se debe empezar. Es una oportunidad que en los centros educativos se generen lazos sanos, se socialicen los riesgos actuales y sobre todo, se promueva esa relación de cuidado. Activar ciertos protocolos de seguridad entre la familia y amistades, es un primer paso para generar círculos de confianza y de respaldo ante una emergencia o circunstancia de riesgo. Es además importante promover el cuidado del otro, realmente preocuparnos por nuestro entorno; pero también por aquellos que a veces vemos en riesgo, y que por temor no ayudamos o no alertamos sobre las posibles consecuencias.

Sin duda es indispensable fomentar las redes y promover el cuidado colectivo que sea constante, que se socialice y sea una herramienta real; que permita incidir en la realidad y convenir espacios favorables y sociedades comprometidas con el otro, para que finalmente todo esto ayude a prevenir más historias de desaparición.

La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Sus comentarios son bienvenidos.

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