Opinión

Sobrevivientes

Martes, Marzo 14, 2023
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País sin autoridad, sin leyes, también nos hemos convertido en país sin compasión
Licenciado en Derecho UNAM, Maestría en Derecho Universidad de Harvard, Diplomado en Mercadotecnia Política ITAM. Primer mexicano en “Bradshaw Seminar”. Presidente PCN Consultores, empresa con más de 89 campañas electorales, dos presidenciales
Sobrevivientes

Se llamó en vida Arely Pablo. 33 años. Trabajaba en una fotocopiadora y, en su tiempo libre, cooperaba en la iglesia y en una asociación del Pentecostés.

¿En qué momento México, nosotros, perdimos la humanidad? ¿Cuándo dejamos de alterarnos? ¿Dónde nos dejó de importar la suerte del otro? ¿Por qué?

Una semana mexicana es de una brutalidad pasmosa. De horror.

La dictadura chilena, feroz y asesina, es imputada por haber asesinado a 40 mil personas, en 17 años del régimen de Pinochet. 43 muertos a la semana. Aquí el año pasado el promedio fue de 573.

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México es un inmenso campo de exterminio.

Arely Pablo murió el viernes 3, cuando un comando del narco ejecutó a dos norteamericanos y secuestró a dos más.

Esa fue la nota y el escándalo. Detonó una grave tensión internacional. Fueron cuatro estadounidenses. Pero ahí mismo fue ejecutada una mexicana: Arely Pablo. Ellos son indignación; ella, una cifra. Una más de 84 mexicanas y mexicanos que ese mismo 3 de marzo, murieron.

84 al día.

Arely se suma al archivo que documenta que 10 mexicanas son ejecutadas cada 14 horas. Se registra y se sepulta. Punto.

La semana pasada, miles de mujeres enardecidas tomaron las calles con ese afán: dejar de ser un número. Volverse visibles. Importar.

Un grafiti en la Ciudad de México lo dice todo:

-Es tu pared, pero era mi hija.

Curioso caso mexicano: indigna la pinta de bardas, pero no el drama de millones de mujeres. Horror cotidiano. Permanente. Silencioso las más de las veces.

Importa más un portón histórico que el ácido en la cara. Indigna más que pintarrajen un monumento a que una mexicana sea violada cada media hora.

La marcha se nutrió también de madres buscadoras: mujeres que simbolizan la deshumanización del país. Madres cuyo lema es desgarrador y valiente: “Hasta encontrarlos”.

¿Qué buscan? Perder la esperanza: paradoja terrible de este nuevo tiempo mexicano. Esas madres quieren confirmar lo que el alma les dice: su hijo está muerto. Pero no lo está, porque no hay cuerpo, restos. Se le llora así no a una muerte, sino a una ausencia.

Hay más de 110 mil desaparecidos en el país desde 1964. 40 mil este sexenio: 185 cada semana.

Semana mexicana. El sábado, 54 migrantes fueron rescatados en Sonora. Llevaban nadie sabe cuántos días esclavizados. No son excepción. El 6 de marzo rescataron a un grupo de 343 en Veracruz.

País sin autoridad, sin leyes, nos hemos convertido también en país sin compasión.

Una nación de sobrevivientes.

En donde sólo pedimos que no seamos el próximo en la lista.

@fvazquezrig

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