Opinión

El dolor

Jueves, Febrero 16, 2023
Leer más sobre Leopoldo Castro Fernández de Lara
El dolor es inevitable, pero el sufrimiento irá siendo una opción desde el autoconocimiento
Psicólogo, Master en Recursos Humanos, Maestría en Modelos y áreas de investigación en ciencias sociales. Sus temas de interés son los movimientos sociales, las representaciones sociales y en general la psicología social
El dolor

¿Para qué sirve el dolor? ¿Qué sentido tiene? ¿Hay que evitarlo? En primer lugar, es necesario diferenciarlo del sufrimiento. En la tradición budista la primera noble verdad es que el sufrimiento es inherente a la vida y por lo tanto es inevitable y va a pasar mientras no se tome consciencia del ser. Esto por supuesto es la gran meta, pero ya que estoy escribiendo esto y tú lo estás leyendo asumo que ninguno de los dos estamos iluminados entonces seguimos en el camino de la búsqueda y vale la pena continuar hablando del tema.

El sufrimiento está presente porque desde que nacemos venimos a un mundo que ya tiene sufrimiento y que nos enseña a vivir desde la mirada de otros seres (normalmente padres y familia) que sufren. Tener un cuerpo e interactuar con otros seres diferenciados nos hace proclives a lastimarnos y para sobrevivir en este mundo desarrollamos un carácter que en sí mismo nos protege del sufrimiento (esa es su función primordialmente) y al mismo tiempo nos garantiza un gran sufrimiento. Es una vida paradójica.

Aprendemos a ver el dolor y el sufrimiento como una misma realidad y entonces nuestras vidas se van volviendo difíciles de vivir: el sistema nos ofrece soluciones rápidas para acompañarnos y al igual que la comida rápida nos llenan de satisfacción inmediata, pero nos van dejando desnutridos según vamos acostumbrándonos a funcionar así.

Desde pequeños vivimos nuestra vida en una lógica de funcionalidad: entramos a la escuela, superamos la primaria, la secundaria… tal vez más educación, pero tarde o temprano es para empezar a trabajar, a “ganarnos la vida y el pan” a “construir una vida”, a “ser buenas personas”, a “madurar”, a “darle sentido a la vida” y un montón de ideas que empiezan desde que en nuestra familia recibimos una herencia de lo que se espera de nosotros y qué pasa si no lo logramos.

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En algún momento tomamos consciencia de que nada tiene sentido… puede ser en una crisis personal o social (como la pandemia), una muerte, una pérdida importante, un asalto. Y entonces nos damos cuenta. Solo eso… nos damos cuenta. Descubrimos que todo lo que hacemos sirve para evitar el sufrimiento y el dolor que supone una experiencia desagradable y que la vida en sí misma puede ser así.

Nos quedamos sin recursos y nos sentimos solos y no entendemos qué está pasando. El sufrimiento se vuelve insoportable y dependiendo nuestro contexto hacemos cosas para evitarlo: vamos a terapia, tomamos medicamentos, tomamos sustancias legales o ilegales para evitarlo, nos llenamos de cosas o personas e incluso algunos eligen desde la desesperación adelantar su partida de esta realidad.

El sufrimiento entonces acaba siendo como lo estableció Buda: la primera realidad en este mundo. Entender esto es importante porque el sufrimiento existe mientras esté la vida, pero también hay una segunda parte en esta verdad… podemos ir aprendiendo a diferenciar el dolor del sufrimiento, y aprender a crear espacio entre ellos.

El dolor es algo físico. Se siente cuando te lastimas el cuerpo, cuando te rompen el corazón, cuando tus expectativas se derrumban. Todas estas experiencias tienen una equivalencia en el cuerpo y tomando consciencia de ellas podemos aprender a acompañarlas (dolor en el pecho, el estómago, la cabeza, al respirar, la garganta, el cuello, músculos, etc.).

El sufrimiento viene después. Es la mente que acompaña este dolor e intenta darle sentido (“mi pareja me dejó y ya no podré ser feliz nunca”), el sufrimiento es la mente intentando protegernos de la realidad y peleando con ella desde los recursos infantiles que buscan volver al estado de regulación organísmica desde un lugar de máximo cuidado, pero poca consciencia.

El dolor entonces es inevitable y el sufrimiento puede irse viendo con compasión y entendiendo como una realidad adicional. Cuando alguien muere -por ejemplo- es inevitable sufrir… y este sufrimiento señala parte de la naturaleza del vínculo amoroso. Es humano, es necesario transitar el duelo, entender el ciclo nacer- morir, pero es importante, en algún momento retomar la vida; no en su funcionalidad porque cada partida y movimiento cambia todo, sino en la manera de mirarme a mí honrando la pérdida, reconociendo el dolor y atravesándolo para seguir mi camino.

Y así con todas las experiencias. Si pierdo mi trabajo, mi salud, dinero, vínculos. El dolor estará ahí como un indicador de que estamos vivos y de que la vida nos llena de sensaciones agradables y desagradables pero el sufrimiento irá siendo una opción desde el autoconocimiento y el amor a mí mismo.

El autor es académico de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Sus comentarios son bienvenidos.

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