Cuando Álvaro Delgado publicó sendos libros de investigación sobre la ultraderecha en México, que se titularon El Yunque y su segunda parte El ejército de Dios, fueron para mí muy interesantes porque mucho de lo que se escribió en ambos documentos de investigación fueron hechos y personajes que viví y conocí, debido a que yo estudié el bachillerato en la UPAEP.

Estudié en la década de los setenta del siglo pasado y al maestro que más estimé fue a Manuel Antonio Diaz Cid. Fue mi profesor en tres de los seis semestres y eran una chulada sus clases (Historia Universal, Filosofía I y Filosofía II). Recordemos que la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) fue producto de la división que hubo en la UAP de los años cincuenta y sesenta entre los FUAS (anticomunistas) y los Carolinos (comunistas), por lo que cuando yo fui alumno del bachillerato, esa lucha estaba reciente.

En esa época cuando estudié en la preparatoria “Fernando de Magallanes” había dentro de mis compañeros dos clasificaciones: los FUAS u orejas, y los que no éramos de ese grupo. Aunque yo no fui de los FUAS, siempre me llevé bien con ellos. Los FUAS u orejas normalmente tenían el cabello corto, lo que era raro en esa época, por eso el sobrenombre de orejas y porque eran como policía infiltrada en el grueso de alumnos. Se supone que acusaban con sus superiores si alguien era de tendencia comunista y si esto ocurría no la libraba: era expulsado con cualquier pretexto. Esta preparatoria tenía que estar libre de cualquier influencia comunista.

Estos jóvenes fuas eran entrenados en defensa personal y se decía que hasta en el manejo de armas de fuego y también adoctrinados. Llegué a asistir a algunos de sus retiros o campamentos como invitado de ellos, aunque nunca me juramenté. Esos fines de semana eran de entrenamiento en defensa personal por un maestro que apodaban “el Batman” que se excedía en exigirnos esfuerzo físico y también había adoctrinamiento por los líderes FUAS sobre el peligro que representaba el comunismo para México. A esa edad el idealismo está a todo lo que da, por lo que para estos líderes era tierra fértil para sembrar estos pensamientos.

Después a los que eran aptos o escogidos les realizaban una ceremonia, la cual narra muy bien Álvaro Delgado en las obras antes señaladas. A esta ceremonia no asistí porque seguramente y según esos líderes no tenía yo los atributos que ellos buscaban, pero se dice que juraban ante Dios y ante la Virgen de Guadalupe, luchar hasta el sacrificio si era necesario para evitar que nuestro país se volviera comunista. Por ello Álvaro Delgado los llamó “El ejército de Dios”.

A ese ejército yo no lo veo ni lo escucho en estos momentos y ante el inminente peligro que representa AMLO para la democracia de este país y por el que tantos años se entrenaron y adoctrinaron cientos de jóvenes en Puebla. Reitero, no veo ni escucho a los Rosete, los Louvier, los Fabre, los Balandra y muchos otros y a todos sus discípulos en este año 2022.

Le he preguntado recientemente a los que el pasado identifiqué como FUAS: ¿dónde están y qué están haciendo los FUAS en estos momentos tan complicados para nuestro país?, y me han dado múltiples respuestas. La más convincente me la dio un ceremoniero que lo fue de varios informes del rector en turno de esta universidad y me dijo que muchos y por cuestiones naturales ya murieron, los otros envejecieron y que está demostrado que en “El ejército de Dios” no hubo relevo generacional.

Hoy día somos otros y no son ellos los que estamos arriesgando todo para impedir que en México desaparezca la democracia de la mano de Andrés Manuel López Obrador.