Opinión

Abogacía, profesión de convicciones

Viernes, Febrero 3, 2023
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En el Día Internacional del Abogado, una revisión sobre su responsabilidad en la construcción de paz
Abogado, defensor de derechos humanos. Fue subsecretario de Derechos Humanos y primer encargado de la Comisión de Búsqueda en Puebla. Actualmente es director para América Latina de la Organización Mundial de DH y Paz y presidente de Voz Ciudadana por los Derechos Humanos
Abogacía, profesión de convicciones

“El Abogado ha de ser como la hoja de una espada… recto, flexible, brillante y acerado.
¡Gracias a Dios, soy abogado!”
Autor desconocido

Este 3 de febrero se celebra el Día Internacional del Abogado, razón por la que me di a la tarea de espulgar mis artículos pasados para llegar al 12 de junio del año 2011, donde construí una reflexión con respecto a lo que significaba ser abogado. El contexto era, en lo político, el arribo de Rafael Moreno Valle con altas expectativas de que sería un buen gobierno, moderno, cero corrupto y que le cambiarían el rostro a Puebla.

En lo personal vivía a plenitud el estatus quo como lo marca la sociedad, no iba en contra sino con la corriente: adulto joven, blanco, clasemediero, profesionista, complexión no obeso, fumador empedernido, reservándome el 99.9 por ciento de mis opiniones de la cosa pública y privada, evitándome cientos de dolores de cabeza, discreto, extrovertido, liberal social, fiestero, rodeado de muchas y muchos amigos, con una vinculación muy fuerte con mi familia, con las piezas donde deben estar, viviendo en paz y pensando solo en mí y mi crecimiento patrimonial, tal vez no muy bien en el tema sentimental pero en vías de superación, en lo profesional muy estable, docente en mi alma mater; en fin viviendo una vida muy como la de la mayoría.

Como abogado litigante asumiendo la responsabilidad de muchos asuntos de trabajadores de confianza despedidos del gobierno que entraba (casi no existían despidos de trabajadores de base), y buscando fortalecer las demandas presentadas a que fueran más allá que solo demandas laborales, sino acreditar la existencia de hechos delictivos como defraudación fiscal, responsabilidades administrativas y varias cuestiones más que en muy corto tiempo me llevaron a lograr mi objetivo de resolver de manera pronta los juicios de quienes, estuvieron dispuestos a conciliar, pagando al 100 por ciento sus asuntos y recibiendo por parte del Estado la cortesía de que una vez finiquitados todos mis litigios contra el Gobierno del Estado aceptaría un ofrecimiento laboral del que no me pude negar, volviéndome así el abogado patronal del Gobierno del Estado de Puebla.

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Al final para esos años yo ya tenía más de 15 años de experiencia como servidor público, toda la vida fui empleado público y muy poco litigante privado y por supuesto que regresar a la administración pública era una muy buena opción para alguien que siempre fue empleado funcionario y servidor público.

Esta reflexión que hice hace más de una década y posterior a descubrir lo corruptos y cínicos que resultan ser algunos abogados que utilizan artimañas para chantajear y corromper al sector público y privado de exigir recibir dinero por fuera perjudicando incluso a sus propios clientes; sumado a vivir a plenitud lo que era litigar desde la esfera particular, época donde se empezaba a vislumbrar el tema de los derechos humanos en México, aunque aún existía muchísima confusión y no había claridad de lo que mucho que significó pasar de garantías individuales a derechos humanos. En fin, aquí les comparto mi reflexión de hace más de una década, no sin antes desearles éxito y felicitaciones a todas y todos nuestros colegas, que este 3 de febrero Día Internacional del Abogado les haga reflexionar de qué tan buenos o malos hemos sido, y de lo importante que somos los abogados para buscar caminar en la ruta de la construcción de paz, pues no podemos permitirnos seguir siendo agentes en favor de la violencia sino medios para construir la paz en nuestro país y de dignificación de todas y todos desde nuestro entorno, colonia, municipio, estado, país, continente y mundo entero, aquí nuestra reflexión hoy tan vigente como hace más de una década.

“… Hace unos días les preguntaba a unos comensales, la mayoría abogados, si se sentían orgullosos y agradecidos de su profesión. Si esta pregunta se la hiciera a usted que no es abogado, seguramente su respuesta sería un NO rotundo, respuesta que contiene suficiente sustento, pues esta carrera se encuentra llena de historias trágicas y penosas de mercenarios del derecho que mediante mentiras y tranzas se benefician perjudicando no solo a la contraparte y la justicia, sino también a sus representados o clientes, prostituyendo sus conocimientos jurídicos al mejor postor sin buscar proveer lo justo. No solo existen las historias reales y lamentables, también existen aquellos cuentos que hacen del abogado el actor principal de chistes o frases conocidas y creadas por la sociedad tales como “Vendo ataúd para abogado: tiene agujeros en el fondo para que los gusanos salgan a vomitar”, o esta otra: “Al que ayuda a un criminal a cometer un delito se le llama cómplice; si le ayuda después de cometerlo se le llama abogado”; frases y chistes que seguramente son aplicables para algunos abogados y por tal razón la sociedad en su conjunto tiene esa percepción de corrupción. Por esto usted generalmente concluye que la profesión del abogado viene aparejada del ejercicio de la desvergüenza siendo cínicos los que la ejercen, entonces cuál es la convicción del abogado para motivar que quien la ejerce debe de sentirse orgulloso y digno de su actuar profesional. Como anteriormente les mencionaba, si discutiera con la sociedad en general mediante este punto de vista meramente inductivo, es decir por lógica sin sustento, perdería sin lugar a duda la discusión planteada pues la sociedad habla de cómo les fue a él o a sus conocidos manejando el concepto de forma generalizada.

El abordar este tema es realmente escabroso y de muy alto riesgo para quien escribe, ya que motivará infinidad de críticas tanto de los profesionales del derecho como de la sociedad en su conjunto; aunado que para hablar del tema se necesita más que estas líneas para lograr fundar y motivar lo que a continuación citaré; sin embargo, nos remitimos a tocar el tema de manera más sencilla y acotándolo exclusivamente al “deber ser” y el “ser”, situación que siempre tendrá que ir aparejada una de la otra pues no puede existir el Deber ser sin el Ser en razón al derecho, pues participan diferentes factores para lograr el fin último que es la justicia; así como también debemos entender que la función del profesionista del derecho es vital para el trato continuo y constante de la armonía social. El ser catedrático universitario me da la oportunidad de conocer el pensamiento del estudiante moderno, de qué les motivó estudiar derecho, de saber si tienen la convicción de ser buenos o malos abogados; en una de mis clases les pregunté si se sentían orgullosos de estudiar esta carrera y en un futuro creen estar agradecidos de serlo, respondiéndome la mayoría que muchas veces les da pena con desconocidos decir que estudian Derecho, pues es motivo de chistes que les causa molestia y vergüenza de su carrera: otros que ya comienzan hacer sus primeras prácticas en juzgados o despachos, dicen estar actualmente agradecidos de esta profesión pues han comenzado a recibir ganancias económicas por sus conocimientos y su actividad, pero no orgullosos, pues se dan cuenta que para agilizar algún expediente tienen que dar dinero etc., derivado de esto.

A mis alumnos les di mi opinión que si quieren ser abogados deben de tener la convicción de que nuestra profesión debe servir en beneficio de la sociedad siendo buena y útil para la paz social y la justa convivencia de los seres vivos en el mundo, que el fin mercantilista es importante pero no deja de ser un beneficio accesorio pues la remuneración es sólo necesaria para nuestra personal subsistencia, pues nunca debemos de perder de vista que nuestro actuar diario es para lo justo y en beneficio de la sociedad, pues el derecho ha jugado a través de los tiempos un rol básico en el mundo ya que sin derecho no se puede vivir en sociedad; y que hablando del ser, la convivencia social es un hecho material y visible, es decir, que los seres humanos vivimos en sociedad, ya que convivimos y por tal razón, día con día logramos cumplir con nuestras diversiones y obligaciones comunitarias y de hecho el derecho va más allá y se orienta también al ser humano en lo particular.

El Estado actúa mediante políticas públicas que son llevadas a la práctica por medio del derecho, pues tienen como fin el cubrir las necesidades básicas y urgentes de la sociedad tales como los sistemas jurídicos donde se imparte justicia, se prevén delitos, entre otros, incluso los actos administrativos que mitigan la pobreza se derivan del derecho; por tal razón es materialmente visible y cierto citar que el derecho es efectivo y funcional; sin embargo, al ser creado y operado por el ser humano resulta ser imperfecto y que la decisión de corromperse se derivará de la educación, formación y decisión de tener la convicción de que el abogado es el soldado que defenderá lo justo, dependerá del mismo abogado quitarnos el mote de corruptos, educando mejor a los actuales estudiantes de derecho, retomando en nuestro sistema educativo las bases morales por encima de los fines mercantilistas, haciendo que los actos que giran alrededor del abogado estén preconcebidos en el deber ser y no tanto en el ser, buscando que nuestros actos estén siempre envestidos de los principios básicos como la moral, lealtad, honestidad etc., pues solo trabajando en equipo nosotros como profesionistas y catedráticos del derecho y ellos como estudiantes lograremos romper con el “Silentium Legis” (silencio de las leyes) omisión de ley que actualmente impera en nuestro país.”

Hasta aquí la cita y espero que esta reflexión sirva para lo que debe servir: tratar de motivar el debate y la reflexión de lo que hacemos en esta vida y para qué estamos aquí.

Aquí les comparto mi opinión de este tema:

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