Opinión

Perdedores y ganadores

Jueves, Marzo 16, 2023
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Los ciudadanos quieren transformaciones serias y políticos con capacidad de respuesta
Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y Maestrante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM. Catedrático. Escribe en diversos espacios de comunicación. Medios en los que ha colaborado: Reforma, Notimex, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.
Perdedores y ganadores

En los procesos electorales no siempre triunfa el más estudiado. A nivel estatal y nacional hemos visto competir a candidatos con maestrías y doctorados que se jactan de tener amplia trayectoria académica, egresados de las mejores universidades, incluso del extranjero. De nada les ha servido.

Por supuesto que no es despreciable tener una valiosa preparación académica, ya que podría dar al candidato cierta ventaja ante el electorado, al menos para ofrecer datos duros, contextos, argumentos o elementos discursivos.  

En este primer escenario hay candidatos que ni título ni cédula profesional tienen; hay otros que han pasado largos años en las universidades aprobando materias a cuenta gotas. Ni vergüenza tienen de reconocerlo. Hasta se mofan.

No obstante, al ciudadano no le ha interesado tanto este tipo de recursos educativos en los candidatos, tan es así que ha votado por más de un burro en los últimos procesos electorales.

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En un segundo escenario se podría poner a los más populacheros, a los candidatos populistas que van de pueblo en pueblo vendiendo espejitos mágicos y lámparas maravillosas, con el clásico discurso de “yo soy como ustedes”.

Eso me recuerda a los dictadores sudamericanos y sus famosos “descamisados”, a la clase obrera abandonada a la que mareaban con discursos de “yo también nací del pueblo”, “yo crecí en los barrios bajos…”, “yo moriría por ustedes”.

Nada de eso fue cierto. Terminaron fortaleciendo dictaduras que sólo jodieron a los más necesitados, a los más pobres. En México cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Aquí se ven diputados y senadores, a altos funcionarios de gobierno tratando de dar la apariencia de darse “baños de pueblo”, cuando no saben lo que es pasar un día con hambre.

En las grandes urbes esos políticos andan en camionetas blindadas y lujosas, en los pueblos montan bicicleta; en las ciudades andan bien trajeados y perfumados, en los municipios se enlodan a propósito; en las metrópolis comen en los mejores restaurantes, en los poblados tragan memelas.

Todo es pura apariencia, sus cuentas bancarias están atiborradas, sus billeteras siempre están llenas. Son todo menos pueblo.

Sin embargo, a esos candidatos populacheros y populistas ya pocos les creen, porque la gente de diversos estratos sufre constantemente la carestía de la vida convertida en una gran realidad. Los ciudadanos saben distinguir entre verdades y mentiras. La demagogia ya no les llena la panza.

En un tercer escenario aparecen los candidatos con más experiencia. Estos políticos gozan de una larga trayectoria que les da un poco más de mérito, pero no les resulta suficiente.

La gente cree que, si un candidato ha pasado por varios puestos de elección popular, por lo menos debiera tener idea de lo que es legislar, de lo que es gobernar ciudades o estados con alta densidad poblacional.

Pero a la gente no le basta esa extensa experiencia legislativa o administrativa porque, por lo general, detecta políticos chapulines que se benefician en lo personal o grupal, sin poner la mira en los más necesitados.

Los cargos públicos son como los títulos profesionales y honoríficos: sólo dan renombre y beneficio a quien los posee. Los ciudadanos no sólo quieren ver algunas obras y servicios útiles, sino transformaciones serias que trastoquen su vida, su entorno. Y pocos políticos hay con esa capacidad de respuesta.

Pensando en estos tres escenarios: ¿Quién podría triunfar en Puebla? ¿Quiénes serán los perdedores y quiénes los ganadores? ¿Qué necesitan hacer estos políticos para obtener los tronos más disputados? La respuesta la tienen los ciudadanos.

@elmerando

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