Opinión
¿Voladores, ritual o espectáculo?
“La ceremonia ritual de los voladores es una danza asociada a la fertilidad que ejecutan diversos grupos étnicos de México y Centroamérica, en particular los totonacos del Estado de Veracruz, situado al este de México. Su objeto es expresar el respeto profesado hacia la naturaleza y el universo espiritual, así como la armonía con ambos. En el transcurso de la ceremonia, cuatro jóvenes trepan por un mástil de 18 a 40 metros de alto fabricado con el tronco de un árbol recién cortado en el bosque tras haber implorado el perdón del dios de la montaña. Sentado en la plataforma que remata el mástil, un quinto hombre, el caporal, toca con una flauta y un tambor melodías en honor del sol, así como de los cuatro vientos y puntos cardinales. Después de este acto de invocación, los danzantes se lanzan al vacío desde la plataforma a la que están atados por largas cuerdas, giran imitando el vuelo de los pájaros mientras la cuerda se desenrolla, y van descendiendo paulatinamente hasta el suelo. Cada variante de la danza ritual de los voladores representa un medio de hacer revivir el mito del universo, de modo que esta ceremonia expresa la visión del mundo y los valores de la comunidad, propicia la comunicación con los dioses e impetra la prosperidad. Para los ejecutantes de esta danza y todas las personas que comulgan con la espiritualidad del rito en calidad de espectadores, la ceremonia de los voladores constituye un motivo para enorgullecerse de su patrimonio y de su identidad culturales, al mismo tiempo que suscita un sentimiento de respeto por ambos”.
La cita anterior corresponde a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en su apartado de Patrimonio Cultural Inmaterial. La actividad está inscrita en 4.COM, es decir en el Fourth Session of the Intergovernamental Comitee, que no es otra cosa que la Cuarta Sesión del Comité Intergubernamental de la propia UNESCO.
Es decir, forma parte del patrimonio cultural inmaterial de nuestros pueblos.
Dicho lo anterior, tendríamos que hacernos muchos planteamientos acerca del matiz que la ceremonia de Los Voladores ha tomado hoy, aunque ha sido un proceso largo.
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1.- Hoy los voladores vuelan en ferias, lo que de alguna manera ha venido a trivializar el acto.
2.- Se ha convertido en un espectáculo.
3.- Es un espectáculo que la gente solo entendemos como un acto de temeridad, sin tener conocimiento de su significado.
4.- En ese devenir, el palo ha dejado de serlo estrictamente para convertirse en un simple tubo de metal, que construyó algún herrero.
5.- La gente poco aprecia el acto y al finalizar, los mismos voladores andan mendigando una “cooperación” económica, que la gente regatea buscando en sus bolsillos la moneda de menor valor económico.
Lo anterior viene a cuento precisamente por el lamentable hecho ocurrido en Huauchinango, donde una jovencita de apenas 19 años de edad, perdió la vida al desbarrancarse del tubo donde más tarde volaría.
El hecho por sí mismo es terrible. Pero las preguntas surgen: ¿Por qué no se utilizan herramientas modernas de seguridad para proteger la vida de los participantes? ¿Por qué se trata de un ritual en donde hay reglas específicas que no se pueden violar? ¿Por qué se trata de un acto ritual en donde no es posible introducir estos elementos?
La gente que no conoce el ritual, opina desde su propia perspectiva, en donde van señalamientos tales como que incluso deberían de “prohibir” estos actos por temerarios y peligrosos. Otros más, exigen se haga visible la responsabilidad de Protección Civil del Municipio, porque suponen que debió intervenir para evitar la tragedia.
Pero no. No se trata de “proteger” al trabajador de una compañía que trabaja a grandes alturas para colocar torres de energía eléctrica o algo por el estilo. O tampoco de un limpiador de vidrios en un rascacielos. Estamos ante un ritual, en donde la vida incluso, se ofrece con gusto, ante un acto en donde se considera un privilegio participar, y no se toma como un trabajo o empleo que debiera ser remunerado económicamente.
Dicho esto, las preguntas lejos de terminar parecen multiplicarse.
Pero eso, después de conversar con expertos en el tema, respetando los días de duelo, espero poder estar en capacidad de poder exponer su propia opinión.
Mientras tanto, descanse en paz, Rita Torres Mérida, la joven voladora fallecida hace algunos días en la ceremonia de Coronación de la reina Elizabeth II, en la Feria de las Flores de Huauchinango, Puebla y que conmocionó a propios y extraños.
Su situación propia: jovencita, casada, madre de un niño de dos años, viviendo en situación de pobreza, es otra, también, por cierto, dolorosa historia.
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