Opinión

No te olvides de quién eres…

Viernes, Marzo 10, 2023
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Sin darnos cuenta que las épocas pasan y las cosas cambian, pero hay muchas que permanecen
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes  
No te olvides de quién eres…

El recorrido me es conocido, aunque la carretera ha cambiado ya que está más amplia; antes era un solo carril de ida y otro de vuelta, -sin pasos para peatones ni semáforos para calles que atraviesan-. Ahora hay dos carriles en cada dirección –en algunos tramos, tres- con pasos peatonales y semáforos para cruces transversales. Esto lo hace más ágil y segura en referencia al tráfico de autos y de personas. Pero la ‘seguridad’ tiene dos caras; una ya la mencioné, la otra viene de que no haya asaltos, secuestros, robos, poncha-llantas, monta-choques y demás linduras que suceden, tiro por viaje, en México, y en esta zona en particular.

Esa ruta de Puebla la anduve por treinta años, cada fin de semana –de ida el viernes por la tarde y regreso el lunes en la madrugada-; en puentes vacacionales y vacaciones largas. Eran otros tiempos. No había la inseguridad que ahora se sabe y se siente, ya que tienes que andarte a las vivas de noche, especialmente, en la ruta del huachicol, de secuestros, de robos de tráiler, camiones torton, y un largo etcétera.

Y me entró fuerte la nostalgia: ¡Ahí viví los días más felices de mi vida desde que mi hijo era niño! Y cuando de adolescente él se fue a estudiar en definitiva al extranjero, esos tiempos vividos en familia fueron los que provocaron que, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en la puerta de entrada de pasajeros, antes de irse, se virara y dijera: “¡Mami, tuve una infancia muy feliz!, ¡gracias!”, para darse media vuelta, entrara a la zona de Inmigración y yo verlo partir para que la vida nunca volviera a ser la misma para ninguno de los dos.

Esta vez recordé cuando él y yo transitamos esa carretera miles de veces, con tiempo para compartir, jugando adivinanzas y otros entretenimientos ¡con alegría e imaginación de sobra! No había celulares y, aunque teníamos estéreo con buenas bocinas para escuchar música, siempre preferimos jugar acertijos y juegos mentales entre nosotros y con quien quiera que se uniera al viaje. Vinieron a mi memoria tantos eventos de risas, carcajadas, juegos diversos, travesuras, inventos, eventos, durante los viajes como en el campo, donde mi hijo y yo hicimos relaciones muy entrañables e importantes con su gente, que a la fecha son nuestra familia.

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Así vivimos intensamente muchos años, en ambiente de campo con campesinos, echando todos, toda la carne al asador sin que los carbones encendidos menguaran ni una sola vez en la buena convivencia, el cariño, la confianza, la diversión, las travesuras, el apoyo… sin darnos cuenta que las épocas pasan y las cosas cambian, pero las hay que permanecen. Son los que te abren camino y te abrazan para que, pasado el tiempo, no te olvides de quién eres.

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