Opinión
Marcha por los privilegios perdidos
Hay que detenerse y observar quiénes convocaron para entender las verdaderas razones de una manifestación, que si bien congregó a miles de personas, nunca dijeron realmente qué pretendían con la marcha del pasado domingo 26 de febrero.
Se convocó a una concentración en contra de la idea errónea de que el llamado ‘Plan B’ de la Reforma Electoral tiene como objeto desaparecer la democracia en México.
Pero, ¿quién en su sano juicio marcharía por la democracia junto a Elba Esther Gordillo, Alejandro Moreno o Vicente Fox?
El chiste se cuenta solo.
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Siendo francos, la concentración tenía un nombre clave: manifestación por los privilegios perdidos.
Y es que a nadie le sorprenden los intentos del régimen vencido para recuperar el poder, por lo que la serie de ataques infundados en diferentes momentos del gobierno de nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador son normales, pero sobre todo responden a la desesperación de las élites por recuperar los beneficios que tenían.
Ejemplos hay varios: desde la cancelación del negociazo del Aeropuerto de Texcoco, la eliminación de los llamados “aviadores” en la administración pública federal como fue en el SAT, o criticar las medidas tomadas para enfrentar la pandemia de Covid-19.
A la oposición reaccionaria no le ha asistido la razón, pues el día de hoy tenemos uno de los mejores aeropuertos de América Latina, y en el caso del virus mundial, las estadísticas no pusieron a México en una situación en la cual la gente perdiera la vida en las calles esperando una cama de hospital, como lamentablemente sucedió en otros países.
Sostengo con convicción que el derecho al libre ejercicio de manifestarse es de todas y todos los mexicanos, pues la protesta es el recurso inherente de la ciudadanía que se desarrolla en un Estado democrático, pero no comulgo con el rancio engaño al pueblo, exaltando imprecisiones y mentiras dignas de un montaje para conocido pseudo periodista.
¿Por qué no valerse de la verdad? Es más loable que una persona exprese que sus ganancias y modo de vida se ven afectadas por un gobierno anticorrupción, que disfrazar y querer confundir a la población con banderas falsas.
Y aun así, con todo y bajezas, engaños y calumnias, no hubo agresiones, censura, o canalladas inducidas para legitimar el uso de la fuerza pública en la marcha del pasado domingo en las plazas públicas.
Fueron, gritaron y evidenciaron que la oposición no encuentra la manera de reconectar con el pueblo.
Pero lo que más gusto me dio, fue haber visto a ciudadanos pronunciarse a favor del actual proyecto.
Qué tiempos tan distintos vivimos con la transformación en marcha: miles que intentan restablecer sus privilegios económicos y de poder, contra millones de mexicanas y mexicanos convencidos del camino que tomó nuestro país.
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Memoria de regeneración
Hablando de protestas, recuerdo la del 24 de octubre de 2008 cuando fuimos a manifestarnos a la vieja sede del Senado para impedir la aprobación de la reforma de Pemex. En esa época acompañábamos a Gabriel García Hernández; varios compañeros nos sentamos con él en la calle para abrazarnos y poder detener el avance de la Policía Federal de manera pacífica.
Bastaron unos segundos para que nos levantaran a bola de macanazos. Entonces sacaron a los senadores a sesionar a la Torre del Caballito; nosotros seguimos la marcha, algunos compañeros sangraban de la cabeza por los golpes de los federales. Ese día a lo lejos les gritábamos “la patria no se vende, se ama y se defiende”, fue una verdadera defensa.
La represión siempre fue la estrategia de los gobiernos priistas y de derecha para intentar mantener el control de la sociedad bajo el yugo de una macana, y si de algo padecimos durante la consolidación de nuestro movimiento regeneracional fue de la opresión.
En esta nueva vida pública del país, las libertades están garantizadas, pero no deben confundirse, siempre expondremos las verdades de las arremetidas conservadoras.
Que les quede claro: no daremos marcha atrás para poner a los pobres al frente, a las mujeres, jóvenes y niños como prioridad, ni a las y los trabajadores con la dignidad salarial que merecen. En este gobierno manda el pueblo.
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