Opinión
Formación ética, decisiones y carácter
La palabra "ética" es muy hermosa. Viene de la palabra griega êthos, que significa "carácter". Todas las personas se forjan un carácter, las instituciones se forjan un carácter, los pueblos se forjan un carácter. Nacemos con un temperamento, pero nos vamos haciendo por repetición de actos un carácter. Nuestra vida, la de las personas, la de las instituciones y los pueblos consiste, a fin de cuentas, en la forja de ese carácter que necesariamente adquirimos. Y de eso trata la ética: de la forja de un buen carácter. Pero ¿qué quiere decir forjarse un buen carácter?
Adela Cortina. La manida palabra ética.
El viernes pasado amanecimos con la noticia de que según una investigación realizada por reporteros del diario español El País, la -bien- llamada “ministra pirata” Yasmín Esquivel, conocida por haber plagiado totalmente su tesis para obtener la Licenciatura en Derecho por la UNAM, de un trabajo de titulación presentado un año antes y dirigido por la misma asesora, cometió plagio también en el 46.5% de su tesis doctoral, quitando la portada, el índice, los agradecimientos y referencias.
El viernes pasado amanecimos con la noticia de que según una investigación realizada por reporteros del diario español El País, la -bien- llamada “ministra pirata” Yasmín Esquivel, conocida por haber plagiado totalmente su tesis para obtener la Licenciatura en Derecho por la UNAM, de un trabajo de titulación presentado un año antes y dirigido por la misma asesora, cometió plagio también en el 46.5% de su tesis doctoral, quitando la portada, el índice, los agradecimientos y referencias.
En efecto, según lo publicado por Zedryk Raziel y Beatriz Guillén en dicho diario, utilizando un conocido software antiplagio y corroborando con el envío de los textos originales y los fragmentos de la tesis copiados a algunos de los autores plagiados y académicos expertos en el área, sin darles los datos de qué tesis se trataba, se comprobó que 209 de las 456 páginas del trabajo doctoral:
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“…Los derechos fundamentales en el sistema jurídico mexicano y su defensa se corresponden con trabajos publicados antes por otros 12 autores, entre los que hay un exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); un exministro español de Cultura y un expresidente del Tribunal Supremo de España; un expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), así como juristas mexicanos, italianos, españoles y alemanes…”
En la nota se da cuenta de que la ministra Esquivel Mossa copió y pegó páginas completas de artículos y capítulos de libro de todos estos expertos, incluyendo las notas a pie de página -redactadas en distintos estilos, según la forma de citar de cada obra copiada- e incluyendo fragmentos en que los autores originales hacen referencia a obras previas de su autoría, es decir, sin siquiera tratar de disimular la copia, lo cual, también según los académicos consultados -y también desde mi opinión- muestra que no se trata de simples errores de citación sino de un acto deliberado de mala fe para apropiarse de las ideas de ellos y presentarlas como propias.
Ya he analizado en un artículo previo, cuando se dio a conocer el plagio de la tesis de licenciatura, que este problema del plagio tiene una triple dimensión: personal, sistémica o estructural y también cultural. Porque no se trata solamente de actos aislados de personas concretas -que por supuesto tendrían que asumir su responsabilidad sobre estas conductas no éticas- sino también de todo un sistema de educación superior que no solamente peca de omisión al no detectar a tiempo los plagios, sino que en su normativa y funcionamiento tiene elementos que regeneran estas conductas. Este funcionamiento sistémico hace que culturalmente se normalicen estas conductas y se vean como algo no grave, como la forma natural en que ocurren las cosas.
Hoy quiero referirme a este gravísimo problema desde una perspectiva distinta. Introduciré esta nueva mirada haciendo una pregunta: ¿A ustedes les sorprendió que la ministra haya plagiado también su tesis de doctorado, después de las evidencias de que su tesis de licenciatura es una copia del trabajo de otro estudiante?
Siendo honesto, responderé que a mí no me causó sorpresa, simplemente aumentó mi indignación ante el cinismo de la ministra pirata y sus contradictorias y falaces estrategias de defensa para aferrarse a un cargo para el que evidentemente no cumple con las condiciones exigidas, ante la forma en que las instituciones de educación superior han respondido a la denuncia de plagio -la UNAM alargando el proceso después de intentar pasar la responsabilidad a la SEP y la Anáhuac de plano lavándose las manos diciendo que como ya pasaron tres años, esta falta ya prescribió- y también ante la manera en que el Estado mexicano y sus instituciones ha permitido la impunidad en este caso, como en muchos otros, no hoy sino a lo largo de toda nuestra historia moderna.
Porque como dice Adela Cortina en la cita que sirve como epígrafe al artículo de hoy, la ética tiene que ver con la construcción de un carácter o un talante para desenvolverse en la vida, tanto en lo individual como en lo social. ¿Cómo se forma ese carácter o ese talante? Pregunta la filósofa valenciana. La respuesta que ella misma da en muchas de sus conferencias y textos es que se forma a través del ejercicio sistemático de toma de decisiones, que desde mi propuesta de educación valoral se llamaría educación de la libertad.
Dice Cortina en varias de sus intervenciones sobre el tema que si desde pequeños vamos aprendiendo a tomar decisiones justas, nos volvemos personas justas, pero si aprendemos a tomar decisiones deshonestas, nos vamos forjando un carácter como personas deshonestas. Si aprendemos a tomar decisiones orientadas hacia el bien, nos construimos un carácter de personas y ciudadanos de bien, y si por el contrario, anteponemos nuestros fines egoístas de riqueza, poder o prestigio a la búsqueda del bien común y aprendemos a decidir bajo la máxima de que esos fines justifican los medios, nos forjaremos un carácter o un talante contrario a la ética.
De manera que, si analizamos el caso de la Ministra, no sería ninguna sorpresa que también hubiese plagiado su tesis de maestría y que desde su educación previa en los niveles básico y medio superior haya sido de las estudiantes que copiaban las tareas y los exámenes a sus compañeros y compañeras.
Es por ello que la educación ética, la formación valoral o la educación de la libertad, como queramos llamarle, es un gran desafío para los educadores de todos los niveles. Porque si desde pequeños vamos siendo permisivos con la toma de decisiones deshonestas, injustas, excluyentes, machistas, violentas o corruptas, estaremos deformando a nuestros estudiantes y siendo cómplices de que en el futuro sean profesionistas y ciudadanos deshonestos, injustos, excluyentes, machistas, violentos o corruptos.
Pero si desde el nivel preescolar hasta la educación superior, incluyendo el posgrado, vamos educando en la toma de decisiones orientada hacia la construcción individual y social de personas de bien que busquen contribuir al bien común de la sociedad, estaremos haciendo un gran servicio para la verdadera transformación social que necesita con urgencia este país herido y roto por la corrupción y la impunidad, la violencia, el machismo y el racismo.
Para educar éticamente no basta con repartir y memorizar cartillas morales. Es necesario formar en la toma de decisiones que sistemáticamente construyan un carácter individual y social humanizante.
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