Opinión
Rompiendo paradigmas
La sabiduría convencional por lo regular nos sugiere que los países ricos, casi por el solo hecho de ser ricos, tienden a tener mejor distribución del ingreso y por tanto una clase media fortalecida. Sin embargo la evidencia podría indicar que dicho planteamiento no es necesariamente cierto y curiosamente la evidencia sugiere que la riqueza de las naciones coincide más bien con variables asociadas a investigación y desarrollo (I&D), por mencionar una variable que representa el pensamiento en planeación y crecimiento económico de largo plazo, como lo expliqué en Desarrollo económico y propiedad intelectual recientemente.
Ciertamente, países que se caracterizan por su destacado Producto Interno Bruto Per Cápita (PIB per cápita) –que es un indicador de riqueza– tienden a tener una mejor distribución del ingreso; sin embargo, eso no es necesariamente cierto, o al menos puedo afirmar que no es una regla general. Es así que, por ejemplo, países como Noruega, Dinamarca o Finlandia se encuentran en niveles de PIB per cápita de 90 mil, 88 mil, 53.6 mil dólares respectivamente y al mismo tiempo son países que registran algunas de las mayores equidades económicas, o, dicho en otras palabras, países que registran menor desigualdad en la distribución de la riqueza, con 27.6, 28.2 y 27.3 puntos medidos en el Coeficiente de Gini (indicador estándar de la medición de la distribución del ingreso).
Sin embargo, la regla se vuelve cuestionable cuando vemos países como Azerbaiyán, Ucrania, República Checa o Eslovenia, que representan un conjunto de países con riqueza media a baja, 5.4 mil, 4.8 mil, 26.8 mil, 29.3 mil dólares respectivamente, algunos de ellos por debajo de la mexicana de 10 mil dólares, que registran aún mejores niveles de distribución de la riqueza que los países nórdicos previamente mencionados.
Es entonces ahí donde se rompe el paradigma de que los países ricos tienden a ser más equitativos en su distribución del ingreso (y por tanto una clase media más fuerte), por lo que la evidencia muestra.
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Curiosamente, Eslovenia y República Checa registran niveles de I&D de alrededor de 2 por ciento de su Producto Interno Bruto total (PIB), es decir 6.7 veces lo que México destina a I&D medido en su porcentaje de PIB dedicado a dicha actividad, y más bien cercanos a Dinamarca, Finlandia o Noruega.
Bien lo decía el Presidente de México, el pasado 4 de enero, como lo comenté en “Fuertes Declaraciones” a lo que llamó su “estrategia política”, en la que textualmente afirma que “ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya sabe de qué, cuando se necesite defender, en este caso la Transformación, se cuenta con el apoyo de ellos, no así con sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad, entonces no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.
Ante tales declaraciones tiene todo el sentido del mundo que México mantenga un coeficiente de Gini de 45.4, que revela una distribución de la riqueza y polarización del ingreso incluso mayor que la de países como Venezuela, Somalia, Nigeria, Sierra Leona, Tanzania, Indonesia, por mencionar algunos.
Rescato una buena noticia: el 4 de enero, el Presidente de México dijo la verdad.
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