Opinión

¡En fa!

Viernes, Febrero 3, 2023
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Nunca imaginó que el aparato del IMSS no funcionaba; el tumor había crecido y era urgente operarlo
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes  
¡En fa!

A Chelo

En algún momento durante el baño al realizarse una autoexploración de seno, en el izquierdo, notó una bolita blanda, casi imperceptible. En fa agendó cita con su doctora y llamó a su prima para que la acompañara. En fa se arregló para llegar puntual y pasó su prima por ella.

Las noticias no eran agradables: no era un ganglio inflamado como ella suponía, era un tumor pequeño que había que extirpar y analizar para saber qué proseguía. Con estudios y análisis en mano, la médica aseguró que el tumor estaba enquistado, pero no había que confiarse y agendó su intervención.

Mientras transcurrió el tiempo, su prima le sugirió que tomara una serie de remedios naturistas y populares que promocionan quitar el cáncer, sin consecuencias para el organismo. Obediente y disciplinada, se tomó todos los remedios habidos y por haber, para aminorar los riesgos que el tumor fuera canceroso.

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Su cirugía en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) estaba agendada muy temprano, por lo que se internó la noche anterior. Estaba tranquila y confiada de que sus oraciones, las de familiares y amigos, así como los remedios que se había tomado religiosamente, ayudaran a que el tumor fuera benigno.

Esa madrugada la subieron a la camilla y la llevaron a la sala de operaciones. El auxiliar del cirujano debía asegurarse de preparar el seno correcto para la operación y detectar el lugar exacto del tumor. Usó un aparato especial y el tumor no aparecía. Checaron ambos senos, por si acaso, y el tumor no aparecía por ningún lado. Estupefactos la dieron de alta y le dijeron que tendrían que darle seguimiento.

Feliz, ella, familiares y conocidos, celebraron la vida y su salud, y ella continuó con su cambio de dieta e indicaciones recomendadas desde el descubrimiento de la protuberancia.

Pasaron los meses. Ella seguía metódicamente todo lo que la había ayudado a que el tumor desapareciera, continuaba con sus chequeos cada vez que la citaban para darle seguimiento.

Llegó el día; ocho meses después, el tumor reapareció en los estudios, más grande. ¿Qué había pasado? La oncóloga le dijo que la supuesta desaparición del tumor meses atrás, no era real y se debía, lo más seguro, a que el aparato del IMSS no funcionaba; ahora el tumor había crecido y era más urgente operarlo.

¡Se le cayó el cielo encima! Había rezado porque la bolita fuera sólo un ganglio inflamado; había agradecido al cielo que el médico auxiliar hubiese seguido el protocolo para asegurarse dónde exactamente estaba el tumor para extirparlo; se sentía correspondida con el cielo por su disciplina de rezos y de tomar todos los remedios sin importar gastos onerosos, ¡había cantado loas a Dios al saber que el tumor había desaparecido! Nunca pudo prever que el aparato de resonancia magnética en una sala de operaciones no funcionara.

 Se le cayó el cielo encima: nada era verdad más que el tumor seguía ahí, más grande y con mayor urgencia en sacar: ¡otra vez Dios no fallaba, pero el ser humano sí! ¿Qué le quedaba? Lo único que siempre tuvo: su incondicional fe en Dios, su infinito amor a la vida, continuar haciendo todo lo que está en sus manos para que la operación sea un éxito; su insondable esperanza que el tumor no sea canceroso, y dado que la vida sigue, con ella o sin ella, ¡que no le falte alegría de vivir! Todo esto, ¡en fa!, con inmensa fe en Dios y amor a la vida.

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