Opinión
El Territorio del Nómada, despedida
La vida de las instituciones y los hombres está hecha de ciclos. Después de 23 años, el programa El Territorio del Nómada ha cumplido el suyo. También, personalmente, estoy cansado; no es fácil armar semanalmente un programa así y durante tantos años: exige un gran esfuerzo de organización, lecturas, desmañanadas, más toda la carga de trabajo que uno tiene.
Sé -y me siento orgulloso de ello- que el programa marcó una época en la radio en Puebla. Intentó replantear la relación de la universidad y el espacio público, sostener un diálogo interdisciplinario y plural con distintos saberes y, sobre todo, hacer un elogio de la palabra. El programa, siempre lo dije, estuvo movido por un solo principio ideológico: resistir al poder. Desde luego, también tuvo límites. Lamento no haberle dado más espacio a las ciencias exactas y a la tecnología, pero esos límites también son los míos.
Gracias a todos los que me acompañaron a lo largo de este tiempo: a Faustino Sánchez, Variña López, Luis Ochoa, Víctor Pérez, en la conducción; a Gustavo Osorio y Lalo López, en la operación, a los becarios que me acompañaron en distintos semestres; a todo el equipo de Radio BUAP.
Gracias, también, a todos los que con su inteligencia y participación hicieron posible el programa, dejándonos ver que las diferencias no son un impedimento para refrendar nuestro compromiso con la universidad y el país, y reconocer - y defender- un mundo en común. ¡Un mundo en común!
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Gracias a José Carlos Bernal y Ricardo Cartas. Y gracias, especialmente, a Pablo, que durante muchos años me acompañó, domingo tras domingo, a hacer el programa, robándole horas de sueño, y a los radioescuchas, porque es a ellos a quienes finalmente me debo.
Nos escuchamos este domingo, de 10 a 12 por el 96.9 de FM, la universidad en la radio.
J. Canales
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