¿Qué hará Claudia Rivera con el comercio informal?

Por El Sol de Puebla | Viernes, Octubre 19, 2018

Jorge Rodríguez/El Sol de Puebla

Las nuevas autoridades municipales de Puebla no han sido claras en su verdadera visión del fenómeno del ambulantaje porque no han tenido necesidad de hacerlo, pero tarde o temprano deberán reconocer, ya sea a través de la presidenta Claudia Rivera Vivanco o del secretario de Gobernación, René Sánchez Galindo, que quitar a los vendedores informales de las calles no es prioridad en su agenda de gobierno.

El razonamiento de los servidores públicos recién llegados a Palacio Municipal es comprensible.

Los asesores de Rivera Vivanco no quieren estigmatizar a los ambulantes como un sector negativo de la sociedad al que se le debe echar de la vía pública solo porque sí, porque deterioren la imagen urbana o representen una competencia desleal para los comerciantes establecidos.

En su concepción del fenómeno miran causas antropológicas.

Atribuyen su existencia a terceros, a los responsables de la falta de inversión privada y de políticas públicas exitosas, que generen crecimiento económico y empleos suficientes para darle cabida a la gente que no tiene más remedio que salir a las calles a ganarse la vida.

Eso suena bien y tiene una buena parte de verdad.

Sobre todo para un gobierno de izquierda que en el papel aspira a privilegiar un sentido humanista, de tolerancia e inclusión.

El problema es que la realidad no es tan romántica como se plantea desde la concepción teórica.

La existencia del comercio informal, casi siempre en estados de organización en los que impera la anarquía, aunque parezca contradictorio, atenta contra derechos de otros sectores de la población que también esperan respuestas y resultados del nuevo gobierno municipal.

Los comerciantes formales y los peatones, que requieren caminar en una vía pública libre de obstáculos, tienen necesidades muy concretas cuya atención demandarán en su momento de la autoridad municipal, sin importar si aquellos que se encuentran en la calle tienen o no el legítimo derecho de generar ingresos de esa manera, a partir de la ilegalidad.

Aun con la tendencia natural para inclinarse del lado de los sectores menos favorecidos, como es bandera política de Morena, Rivera Vivanco se verá obligada a conciliar intereses entre todos, una vez que los empresarios, principalmente los del Centro Histórico, vean que no habrá acciones encaminadas a resolverles su añeja demanda.

La realidad del ambulantaje no es tan romántica como se expone desde los escritorios, se decía líneas arriba.

Y así es.

Sánchez Galindo tendrá que comprender la enorme maraña de intereses políticos y económicos que representan la verdadera motivación de los grupos de poder que controlan a los vendedores informales, tanto en el primer cuadro de la ciudad como en cientos de colonias de la periferia y sitios públicos de importante concentración de personas, como hospitales y escuelas.

Entre más pronto lo logre será mejor para él.

Una vez que lo haga verá que no todo en el comercio informal responde a intereses individuales y justos.

Si arma la radiografía completa encontrará qué organizaciones fueron disminuidas en los últimos siete años, casi ocho, cuáles incrementaron su influencia y descubrirá además qué papel han jugado en las más recientes contiendas electorales.

Luego entenderá que no son agrupaciones plagadas de líderes bienintencionados a los que se les puede abrir la puerta en honor de la inclusión.

Al interior del ayuntamiento circula una propuesta que plantea hacer a un lado a los dirigentes para organizarse de manera directa con los ambulantes.

¿Será posible?

Por lo pronto, esta misma semana los informales del Centro Histórico ya comenzaron a medir la capacidad de reacción del nuevo gobierno, rebasando los límites que más o menos les había impuesto el (muy) complaciente José Ventura Rodríguez Verdín.

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