AMLO se cuadra ante el ejército mexicano

Por Proceso | Domingo, Agosto 26, 2018

Si ya en los primeros días después de su triunfo del 1 de julio López Obrador había dicho que respetaría la forma en que se ha elegido a los secretarios militares desde el régimen del PRI, el lunes 20 despejó cualquier duda al respecto. En la conferencia de prensa que dio en el Palacio Nacional con el presidente saliente, Enrique Peña Nieto, luego de la primera reunión formal de transición, afirmó sin equívocos que los próximos jefes de las Fuerzas Armadas serían un general y un almirante en activo.

Así puso fin a las especulaciones de que constitucionalmente estaba en condiciones de designar a militares en retiro. No son pocos los mandos retirados que lo han respaldado desde su primera candidatura presidencial, en 2006; el más conocido es el general tabasqueño Audomaro Martínez, quien desde que estaba activo apoyó abiertamente a su paisano.

Las dos visitas

A diferencia de los desencuentros con ellos durante la campaña (Proceso 2155) y de lo que ha sido la dinámica de visitas a su casa de trabajo de quienes lo han querido ver, fue él quien visitó a los secretarios militares en sus centros de mando.

El martes 21, sin anuncio previo, acudió a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para reunirse con el jefe del Ejército y Fuerza Aérea, el general Salvador Cienfuegos Zepeda.

Por la noche, después del hermetismo en torno a esa visita, el presidente electo anunció en su cuenta de Twitter: "Me reuní con el general de división Salvador Cienfuegos; me dio sus puntos de vista sobre el grave problema de la violencia y las alternativas. Reiteré que el próximo secretario de la Defensa Nacional será un militar en activo del más alto rango, honesto y leal a la patria”.

 

La mañana del viernes 24 fue al cuartel general de la Marina Armada para encontrarse con el secretario, almirante Vidal Francisco Soberón Sanz. En conferencia de prensa posterior reiteró que designará a mandos en activo y, contrario a su discurso de campaña, dijo que las Fuerzas Armadas seguirán participando en labores de seguridad.

Aunque matizó que esa participación será transitoria, subrayó: "Quiero ser lo más claro posible, sincero. Si no contamos con el apoyo del Ejército y la Marina no podríamos enfrentar el problema de la seguridad”. Después de reunirse con Soberón, añadió: "La Policía Federal no está preparada para sustituir lo que hacen actualmente los soldados y los marinos; siendo realistas, no se ha podido consolidar a la Policía Federal. No se avanzó”.

 

En alusión a la Ley de Seguridad Interior, a la cual también se opuso en campaña y que enfrenta juicios de constitucionalidad en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, incluido uno promovido por Morena, señaló: "En el inicio del gobierno vamos a actuar de manera conjunta para que, de acuerdo a mis facultades, se pueda contar con el apoyo del Ejército y la Marina en lo que tiene que ver con garantizar la seguridad interior en el país”.

Es más, anticipó que no habrá cambios legales inmediatos:

 "Necesitamos resolver el problema con lo que más convenga. No se va a hacer ningún cambio en la ley de seguridad pública actual, en tanto no se tengan resultados. Vamos primero a operar en el marco legal actual”.

 

Dijo que ambos encuentros fueron resultado de la petición que le hizo a Peña Nieto para que se instruyera a los jefes militares en los procedimientos para iniciar la transición.

 

Aseguró que mucho antes de su toma de posesión habrá designado a quienes serán los nuevos secretarios de Defensa y Marina. Sin embargo, esa designación ha sido mucho más difícil que la de su gabinete civil.

El proceso para nombrar a los jefes militares que lo acompañarán escapó a su voluntad, al aceptar que sea conforme a las propuestas que le presenten los actuales secretarios de Defensa y Marina. Eso implica que los próximos titulares de esas dependencias deben ser militares en servicio: el jefe del Ejército será uno de los 28 generales de división en activo, y en Marina, uno de sus 16 almirantes, declaró el viernes.

 

El abanico para la Sedena

Salvador Cienfuegos ha mantenido el control entre quienes buscan reemplazarlo. Según los "usos y costumbres” en las Fuerzas Amadas, los que están en las preferencias del secretario son quienes forman parte de su equipo más cercano, dominado por divisionarios que han participado en el combate a la delincuencia desde que en 2007 Felipe Calderón le declaró "la guerra a las drogas”, y que en el actual gobierno tuvieron protagonismo en estados con grave conflictividad, como Guerrero y Michoacán, o de plano han sido señalados por lo que hicieron o dejaron de hacer en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

 

Los hombres más cercanos a Cienfuegos, con quienes ha ejercido el mando territorial y administrativo y todos con grado de general de división, son el actual subsecretario Roble Arturo Granados Gallardo; el inspector y contralor general del Ejército, Pedro Felipe Gurrola Ramírez; el oficial mayor, Emilio Zárate Landeros, y el jefe de Estado Mayor de la Defensa, Alejandro Saavedra Hernández.

Los cuatro han acompañado a Cienfuegos en su gestión desde distintos cargos, incluidos operativos contra la delincuencia organizada, y están en la primera línea de la sucesión. Sin embargo, el subsecretario y el oficial mayor están próximos a retiro.