Héctor Sánchez tendrá que sacudirse a dos poderes fácticos que controlan el TSJ

Por La Jornada de Oriente | Lunes, Enero 15, 2018

Fermín Alejandro García/Cuitlatlán/La Jornada de Oriente

La salida de Roberto Flores Toledano de la presidencia del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) –el viernes pasado– es un intento del gobierno de José Antonio Gali Fayad de frenar el deterioro y desprestigio que agobia al aparato judicial de Puebla. Ahora, el reto que tendrá el nuevo jefe del TSJ, Héctor Sánchez Sánchez, será sacudirse  de los dos poderes fácticos que han dominado el quehacer de la justicia en Puebla y son causantes de la crisis por la que atraviesa.

Que Flores Toledano haya renunciado, es decir que no lo cambiaran por acabar su periodo, es un signo representativo del hartazgo que ya había provocado este personaje clave del morenovallismo, ya que fue quien solapó las anomalías judiciales en contra de la larga lista de presos políticos que hubo a los largo y ancho de la administración de Rafael Moreno Valle.

El arribo de Héctor Sánchez a la cabeza del TSJ ha dado una bocanada de aire fresco al Poder Judicial, no solamente porque se trata de un hombre de toda la confianza de Gali Fayad, sino porque es un personaje que como litigante le tocó sufrir la corrupción e ineficacia que abunda en los tribunales de Puebla, por lo cual se tiene la esperanza de que llegue a combatir muchos de esos vicios.

El Poder Judicial de Puebla ha tenido uno de sus periodos más oscuros en toda su historia con la llegada de Roberto Flores Toledano a la presidencia de la TSJ en el año 2013, una designación que se dio exclusivamente por ser amigo de la infancia del entonces gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.

Durante 2017, el grueso de los juzgados de Puebla laboraron con constantes cortes de energía eléctrica, sin agua, sin papelería suficiente, sin internet la mayor parte del año. Una situación que contrastaba por el estreno de los edificios destinados a ser casas de justicia.

Mientras eso ocurría, Flores Toledano cobraba fama por su amor al alcohol, a dedicar mucho tiempo a jugar golf y despachar en La Vista, en lugar de atender los problemas de TSJ en las oficinas de este poder público.

Actualmente la zona metropolitana de la Ciudad de Puebla solamente tiene tres jueces de control, sin importar que en esta área habitan un millón 600 mil habitantes.

Antes de reformarse el sistema de justicia penal, en Puebla por lo menos había nueve jueces de los penal, que aun así no se daban abasto.

En el presente la situación es tan caótica que los tres jueces de control hacen guardias de 24 horas y en las audiencias es común verlos consumiendo todo tipo de sustancias con cafeína para resistir la falta de horas de sueño.

La crisis en mucho se derivó porque Flores Toledano, quien no es oriundo de Puebla, cuando llegó al cargo nombró a 10 funcionarios en diferentes áreas nodales del Poder Judicial, quienes tienen tres características: no son poblanos, son prepotentes e ineficientes.

Quienes se atreven a denunciar anomalías de estos servidores públicos, son objeto de hostigamiento laboral o de plano son víctimas de amenazas, de injurias, de persecución, que uno supondría que son prácticas que no deberían ocurrir en el poder público dedicado a la impartición de justicia.

Ahora el reto de Héctor Sánchez Sánchez no solamente será cambiar a estos funcionarios, sino sacudirse a los dos poderes fácticos que controlan todo en el TSJ.

Se trata de: Guillermo Morales Rodríguez, el secretario adjunto de la presidencia del Poder Judicial. Y de Víctor Carrancá Bourget, el fiscal general del estado.

En el año 2013, a la par que era nombrado Roberto Flores Toledano como presidente del Tribunal Superior de Justicia, también era designado Guillermo Morales, como secretario adjunto, quien con el tiempo llegó a tener más poder e influencia que el propio Flores Toledano.

Morales Rodríguez era quien directamente tomaba acuerdos con Rafael Moreno Valle Rosas y por ende, era quien se encargaba de ejecutar todos los encargos, intereses o caprichos del entonces gobernador, sin importar que estos estuvieran por arriba de la ley o de las normas internas del TSJ.

Miembro de la familia del ex gobernador Melquiades Morales Flores, el secretario adjunto actuaba con más autoridad que Flores Toledano para castigar o premiar a jueces, de acuerdo a los intereses oscuros del morenovallismo.

El otro poder fáctico es el de Víctor Carranca, quien ejercía un fuerte control sobre Roberto Flores Toledano, borrándose la división que debía haber entre los poderes Judicial y Ejecutivo.

Por eso durante el mandato de Roberto Flores abundaron cateos y aseguramientos ilegales, que eran concedidos por los jueces a la Fiscalía General del Estado –antes Procuraduría General de Justicia– sin el examen necesario. Todo porque eran peticiones que salían del círculo cercano de Víctor Carranca.

Era tan grande la influencia de Carrancá, que cuentan la siguiente anécdota:

Flores Toledano no sabía cómo pedir más presupuesto para el TSJ, que se ahogaba por la falta de recursos materiales y económicos para atender las necesidades básicas. Entonces le pidió a Carrancá que hablara con el gobernador para gestionar los fondos.

Cuando Carrancá habría llevado la petición a Casa Puebla, la respuesta fue, palabras más, palabras menos: “Qué (Flores Toledano) no tiene huevos para venir a pedir más dinero”.

Dicen que no corrieron a Flores Toledano, porque Víctor Carrancá no lo permitió en esa y otras tantas ocasiones en que no gustaba en el gobierno del estado la actuación del anterior presidente del TSJ.

http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2018/01/15/hector-sanchez-tendra-sacudirse-dos-poderes-facticos-controlan-tsj/