El gabinete de López Obrador

Por Milenio | Domingo, Diciembre 17, 2017

JUEGO DE ESPEJOS Por: Federico Berrueto

López Obrador es un político poco convencional con un sentido muy singular de la política. En este tercer empeño por ganar la Presidencia se hace acompañar por un partido creado para ese particular propósito al que incorpora cuotas de pragmatismo no vistas en sus dos campañas anteriores. Se deshizo del PRD, cuenta ahora con una organización bajo su control y suma a dos socios, el PT de Alberto Anaya, que contradice su compromiso ético, el otro, el PES, incompatible con su visión supuestamente progresista de lo social y lo público. Queda claro que con esta actitud hace 12 años Elba Esther Gordillo y su gremio se hubieran sumado a su candidatura y seguramente hubiera ganado la Presidencia.

Se trata de ganar y, como lo hacen quienes suscriben el pragmatismo, de todo se vale. En lo reciente, poca importancia tuvo la presentación del programa de gobierno; mucho más peso fue la oferta de amnistiar a criminales, tema que, por cierto, no venía en el programa que se presentó.

Una forma de descalificar que el único proyecto que vale es el que él suscriba, no el que los expertos a su servicio le presenten. Una señal clara de cómo sería el gobierno.

Sí ha merecido una importante atención la presentación del gabinete. Una decisión muy propia y con una serie de efectos colaterales visibles y no tan visibles hacia la campaña en proceso. Que la decisión sea original no la hace virtuosa. Si el objetivo fue ganar confianza, en el tema de mayor debilidad de López Obrador, la economía, no se cumplió el propósito, como lo ha expresado Enrique Quintana, una de las mentes más lúcidas en el análisis económico.

No hay designación perfecta, todas son opinables. Queda claro que lo presentado no tiene como objetivo el gobierno, sino la campaña. Por eso ha trascendido que al menos en un caso, el de Hacienda, el invitado prefirió declinar. Un economista de excelencia, para quien seguramente era imposible servir de aval a un candidato descuidado en extremo en los números y propenso a la oferta irresponsable sobre gasto público sin considerar el plano de los ingresos. En el mundo ideal de López Obrador, para todo alcanza si se ahorra en alta burocracia, una manera de cultivar el explicable enojo público con los excesivos y desproporcionados ingresos de la alta burocracia, incluyendo judicatura federal, organismos autónomos y legisladores federales.

El problema es que los números no dan, al menos para un economista serio. Por ahora le queda la tarea del mencionado en la cartera de Hacienda de hacer cuentas sobre lo que significan los compromisos de gasto del candidato López Obrador. Por ejemplo, de dónde saldrían los recursos para pagar a los millones de ninis a los que se les ha ofrecido una oportunidad de empleo no en la economía, no en las empresas, no en la oportunidad de iniciar un negocio sino trabajar en el gobierno, consecuente con la visión estatista que supuestamente había quedado atrás después de la borrachera petrolera durante la pesadilla lopezportillista.

De igual manera será un problema para la señora Olga Cordero, respetada y respetable ex ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, avalar, promover, defender y definir la manera como se pediría al Congreso de la Unión amnistiar a los criminales que han ensangrentado al país. No es un acto del Ejecutivo, pero correspondería a la Secretaría de Gobernación preparar la iniciativa de amnistía en caso de que ganara López Obrador. Ya ha dicho ella que no estará en campaña, es claro que la señora no entiende que ya está en campaña y que no requiere estar en mítines, giras y eventos para participar en el empeño de López Obrador de ganar la Presidencia. Desde que aceptó prestar su nombre ya es parte del inventario, del argumento y de la propuesta. Por elemental congruencia ahora le corresponde defender lo que su futuro jefe propone.

Igualmente, para Esteban Moctezuma es tarea definir qué hacer con la reforma educativa. López Obrador no define, su postura cambia según el auditorio, por momentos habla de revertirla del todo, en otros de mejorarla, lo que quiere decir aceptarla. Lo que sí deberá tener claro es el compromiso de AMLO con la CNTE y el magisterio radical que se opone abiertamente a cualquier mecanismo de evaluación.

Designar anticipadamente equipo de gobierno es complicar la campaña. Desde ahora muchos ya saben quiénes ganan y quiénes pierden si las cosas resultan. AMLO se ha despojado de uno de los recursos más útiles para potenciar su equipo de campaña en aras de resolver a su modo la incertidumbre que sobre él pesa de ganar la Presidencia.