Si yo hubiera sido presidente, México sería otro: Muñoz Ledo

Por Proceso | Domingo, Noviembre 19, 2017

Apenas pasan las 10:00 horas y en la biblioteca de su casa, en las Lomas de Chapultepec, Porfirio Muñoz Ledo toma el té y termina de leer los diarios del día. A sus 84 años lleva el más moderno teléfono inteligente, que usa con soltura; también tiene a la mano una laptop, pero lee en papel la prensa que ahora se amontona sobre la mesa que está atestada de tomos sobre historia, derecho, política y teoría del Estado…

–¿Le hubiera gustado ser presidente de México? –se le pregunta.

–¿A qué mexicano no le gustaría? Estuve varias veces cerca de serlo. Punto. Siempre fui bloqueado, tal vez por mi ideología y mi conducta que no se acomodan a los usos del país. Y voy a decir algo muy vanidoso: hay una convicción en el imaginario colectivo de que si yo hubiera sido (presidente), México sería otro.

Si su nombre se coloca en un buscador en línea para hallar imágenes, es raro encontrarlo despojado del traje o de sus sacos sport, impecable el nudo Windsor. En esta ocasión viste una chamarra sintética azul oscuro; al pecho, el inconfundible contraste dorado, relieve del escudo de la UNAM, casa de estudios de donde egresó como abogado y en donde 48 horas antes de esta entrevista se le rindió un homenaje.

En estos días Muñoz Ledo encabeza los litigios para enfrentar las controversias interpuestas por el gobierno de Enrique Peña Nieto contra la Constitución de la Ciudad de México, cuyos trabajos dirigió y de cuya implementación también es responsable; además, conduce un programa de conversaciones en la televisión mexiquense, escribe cada semana un artículo de opinión para El Universal e integra el grupo en torno al plan Por México hoy, que tiene por fin inducir temas de fondo en la agenda electoral de 2018.

–De ser presidente, ¿qué tipo de México hubiera sido?

–Más independiente, democrático y libertario, entre los límites que imponen la realidad social y el espectro internacional; pero habría existido un empoderamiento de la sociedad civil, no de los poderes.

Desde 1969 prácticamente no hay momento en que Muñoz Ledo deje de aparecer en la vida política del país. En los 70, en el antiguo régimen hegemónico, fue mencionado en la terna que el "tapadismo” de Luis Echeverría enfilaba a la sucesión y, durante el primer año de López Portillo, pintó como favorito del mandatario.

En 1987, fuera del PRI, optó por impulsar a Cuauhtémoc Cárdenas, lo mismo que en 1994, hasta que finalmente quiso postularse en el año 2000 por el PRD, pero no logró persuadir al hijo del general, así que lo hizo por el extinto Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), para finalmente declinar por el panista Vicente Fox.

A principios de octubre pasado, al cumplirse 30 años de la creación del Frente Democrático Nacional, Muñoz Ledo dijo, sobre el Frente Ciudadano por México, que el PRD que cofundó en 1989 "nada tiene que ver con el de hoy, al punto de que éste quiere trepar en los restos del PAN”.

La definición sobre su posición respecto de 2018 la expuso en el homenaje de la UNAM la economista Ifigenia Martínez, quien ahí aseguró que Muñoz Ledo está con López Obrador…

EN LA CÚSPIDE DEL ANTIGUO RÉGIMEN

Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega –linaje colonial; político encumbrado en dos sexenios poco célebres, el de Echeverría y López Portillo, cofundador y creador del basamento doctrinal del partido de izquierda más importante en la historia del país, al que renunció después de dirigirlo para declinar e integrarse al primer gobierno surgido del PAN– asegura que de su biografía política todo ha dicho y nada tiene para ocultar.

Sí, perteneció al régimen hegemónico, pero no había otro. Lo que a veces no se entiende, dice el ex candidato presidencial, es que aquel antiguo sistema político no era monolítico, había equilibrios, una compensación, un juego de balance interno, el carácter pendular del sistema. Y él siempre estuvo en la izquierda, asegura.

Se inició en el servicio público en la SEP con Jaime Torres Bodet, a quien conoció cuando era estudiante, y el poeta, embajador en Francia. Regresó a ese país europeo como agregado cultural durante la embajada de Ignacio Morones Prieto, donde se relacionó con André Malraux.

Morones Prieto, al volver a México como director del Instituto Mexicano del Seguro Social, invitó a Muñoz Ledo como secretario general. A partir de entonces su estrella brilló. Era 1969 y era el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz.

En esa época era necesario renovar el discurso y el sistema político, algo de lo que afirma haber convencido a Echeverría, de cuyos discursos también se dice autor. Desde el primer día de campaña esos anuncios marcaron el distanciamiento abrupto de Díaz Ordaz, todo un escándalo en la época, como contó Proceso en su edición 142.

Nombrado subsecretario de la Presidencia con Echeverría, estrechó entonces su relación con López Portillo, a quien había sucedido en el cargo y al que le atribuye un trabajo precedente "no malo”.

"No me obcequé”, dice respecto de saber siempre que "el tapado” era López Portillo, quien, en acuerdo con Echeverría, lo invitó a ser dirigente del PRI y, por lo tanto, jefe de la campaña presidencial, con lo que impulsó el inició de la Reforma Política que terminaría implementando Jesús Reyes Heroles.

 

Con López Portillo fue secretario de Educación, donde quiso implementar un modelo para los siguientes 20 años. Sólo estuvo un año en el cargo, pues cuando presentó el modelo y López Portillo lo felicitó en una exposición, "los francotiradores de la política”, asegura, hicieron que fuera removido en poco tiempo.

Sin romper a nivel personal con López Portillo, a mitad del sexenio fue convocado al servicio exterior por Jorge Castañeda padre. López Portillo le preguntó qué embajada quería y de eso cuenta: "Entonces, sí me mandé, le dije que quería la de las Naciones Unidas, una representación a la que no llegaba nadie sin experiencia en el servicio diplomático de carrera. Y aceptó”.

Como embajador ante Naciones Unidas, Muñoz Ledo se mantuvo hasta 1985, cuando decidió que no podía seguir.

Miguel de la Madrid, su compañero de estudios y quien fue su segundo en la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Derecho –"la generación de medio siglo”, dice– abrazaba el modelo neoliberal.

Eso precipitó la integración de la Corriente Democrática. Junto con Cárdenas y otros priistas, que terminaron abandonando el PRI, se presentaron con el michoacano a la elección de 1988 y formaron el PRD un año después. Para entonces, ya era el primer senador de oposición, el primero que interpeló a un presidente, precisamente a Miguel de la Madrid en su último informe, y más tarde, en 1997, se convertiría en el primer presidente no priista de la Cámara de Diputados.

LOS PENDIENTES

De la corrupción, dice: "Yo siempre fui ajeno a eso por formación moral. Nunca en mi vida he hecho algún negocio, no sé ni vender un coche, nunca he tocado dinero ajeno. Es una de las razones por las que nunca pude progresar dentro del sistema, todo lo que tengo es esta casa y algunos ahorros.”

La mordida, que él llama venta de un acto de autoridad, es conocida desde siempre, dice. Pero "imaginemos las ventas de actos de autoridad con Odebrecht… A lo que se ha llegado ahora es indecible. Es la corrupción más brutal a lo que se ha llegado en México”.

–¿Más que en el echeverrismo y en el lopezportillismo?

–Era muy controlada. Se les dejaba a ciertas gentes, ciertos gobernadores, pero se les tenía su expediente porque era una manera de control político. No se compara con lo de ahora, la corrupción se desata en la época de Salinas. Y va in crescendo hasta ahora, incluidos los gobiernos del PAN.

Al desmarcarse de la "guerra sucia”, Muñoz Ledo es insistente en los equilibrios y los impulsos de apertura política y modelo de desarrollo.

El té se agotó y es hora de iniciar el dictado de su siguiente artículo a un capturista que se apersona en la estancia. Una última cuestión:

–De haber sido presidente, ¿cómo habría luchado contra la estructura institucional de la que llegó a formar parte?

–Cada época en que hubiera podido serlo tenía retos diferentes. Cuando era miembro del sistema político, había una izquierda y una derecha y se compensaban. Pero nunca se le dio paso a la izquierda.

Desde Lázaro Cárdenas, ni en el antiguo régimen, ni en la llamada época de la transición democrática. Tienen terror los intereses creados en este país donde ya no hay Estado. Lo que hay es una red de intereses, financieros y políticos nacionales e internacionales, que impiden un cambio profundo.