El destino de una obsesión

Por La Jornada | Domingo, Agosto 20, 2017

EL DESPERTAR Por: Jose Agustín Pinchetti 

Creo que AMLO decidió buscar la Presidencia de la República la noche del 2 de julio de 2000, cuando supo que era definitiva su victoria en la jefatura de Gobierno del Distrito Federal. No fue fácil llegar. Venció una fuerte oposición interna; el PAN y el PRI impugnaron su candidatura, alegando que no tenía residencia en la capital.

 

El tribunal resolvió por 3 a 2 que su candidatura era legítima. Después tuvo que afrontar una dura competencia, sobre todo cuando su rival, Santiago Creel (PAN), subió arrastrado por la estrella de Fox, quien terminaría ganando la Presidencia. A media noche reconocieron su victoria y quizás entonces vio viable el camino a la grande.

 

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AMLO ha tenido una obsesión: regenerar y transformar a México. Para eso necesita el poder, y el poder se lo dará la Presidencia. Necesita de un partido leal y bien organizado. Andrés consagra toda su energía en este propósito, sabe que el Poder Ejecutivo tiene numerosas facultades que le permitirían mover las palancas del Estado, sólo así se puede lograr un cambio profundo y decisivo.

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Los obstáculos a los que se ha enfrentado han sido múltiples. Su excelente gestión en la capital fue atacada por Fox durante 15 meses.

En 2006 le quitaron la Presidencia con un fraude; en 2012, con la compra masiva de votos.

Se desvinculó del PRD y atravesó un desierto hasta formar su propio partido. A pesar de ser pacifista y legalista, ha desatado rabia y odio en un sector importante.

 

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Ningún político ha sido tan atacado en la época contemporánea. Hay muchos que están convencidos que de llegar al poder instalará una dictadura: esta fantasía se alimenta de calumnias. No hay un sólo síntoma de que esto pudiera suceder. Después de cientos de marchas y manifestaciones, no ha roto un vidrio ni derramado sangre. Su gestión en el Distrito Federal se ajustó a estricta legalidad. AMLO y su nuevo partido viven un buen momento, pero no es segura su victoria y le esperan ataques cada vez más fuertes. Tendrá que vencerlos para consumar su propósito obsesivo: tomar el poder para transformar a México