Le ven a Moreno Valle más recursos que posibilidades para 2018

Por Milenio | Domingo, Septiembre 25, 2016

JUEGO DE ESPEJOS Por: Federico Berrueto

Desde ahora se empieza a escribir lo que serán los comicios presidenciales de 2018. Acierta Aguilar Camín al apuntar a la pluralidad como el problema para la futura gobernabilidad. La situación se complica por la precaria responsabilidad de los actores políticos. Sí, la realidad actual y mucho más la futura demanda responsabilidad para acordar y también para disentir y, en su caso, oponerse.

A diferencia del pasado donde se hacía presente la demanda de cambios estructurales al sistema de representación y al electoral, ahora solo hay voces aisladas que plantean la segunda vuelta como medio para mitigar los problemas de la dispersión que acompaña al pluralismo. La centralización de las elecciones, la reelección consecutiva y la apertura constitucional para que pueda haber un gobierno de coalición parece haber agotado el inventario de los cambios institucionales. Muchos problemas persisten, pero no hay propuestas para resolver la magnitud del problema que el futuro plantea.

Las dificultades van más allá de la crítica interesada en desacreditar a las instituciones electorales. El INE está preparado para cumplir su tarea de organizar los comicios en condiciones de orden y en el marco de la compleja normatividad electoral. En la percepción pública es menos confiable respecto a sus antecesores, pero no es un problema de la institución, sino un cambio en la exigencia social y ciudadana sobre todo lo que sea autoridad, política o gobierno. Efectivamente, al INE también le afecta la ola de descrédito y desconfianza de la sociedad mexicana de hoy día.

El 2018 reeditará de alguna forma el 2006 y el 2012, no el 2000, una elección en la que la alternancia ingresó por la puerta grande, con un proceso electoral ejemplar y con un país en orden y una economía estable. De la pasada elección presidencial estará presente la dificultad del partido gobernante no solo para reproducirse en el poder, sino un rechazo que lo podría llevar al tercer lugar de la votación. Es mucho lo que debe hacerse; desde la elección de 2015 quedó claro el deterioro electoral del PRI y los resultados de 2016 demuestran que las dificultades crecen, por lo que el tricolor llega más débil que siempre a una elección presidencial, con bajo consenso en el gobierno y una economía en dificultad. Del 2006 se prevé una elección polarizada; desde ahora se prevé que en uno de los extremos estará López Obrador.

Sin embargo, 2018 será muy diferente. Ante el deterioro de los partidos, las candidaturas independientes pueden prender y también definir la contienda si hay declinación al final de la elección. López Obrador tiene fortalezas, pero también debilidades. Su reto mayor es cómo administrar la propuesta antisistémica que le hace canalizar la inconformidad e indignación con el estado de cosas, pero que le aparta del electorado moderado y lo confronta con un segmento de la élite política y económica. El voto de miedo se le puede venir en contra.

A pesar de su debilidad, el PRD es relevante para el 2018. Irse solo no es opción.

 Son tres los caminos:

Primero, integrar una coalición amplia para postular a un candidato propio, seguramente Miguel Ángel Mancera.

Segundo, irse con Morena para sumarse a López Obrador.

Tercero, suscribir coalición con el PAN. Acordar con Morena compromete su futuro, hacerlo con el PAN su proyecto político. Si no se allana a López Obrador, el PRD debe hacer todo para derrotarle (Morena sin AMLO se debilitaría) por lo que se descarta la primera opción. El PRD puede obtener mucho del PAN, no así de Morena, en las cámaras y en Morelos, Chiapas y la Ciudad de México.

El PAN deberá resolver la competencia interna. Margarita Zavala es la más competitiva, pero su inserción en el calderonismo le restaría fuerza al momento de la contienda, además de dificultar un eventual acuerdo con el PRD. El gobernador Moreno Valle presenta más recursos y ganas que posibilidades. Gustavo Madero se ha vuelto irrelevante. Los tres cargan contra Ricardo Anaya, quien acredita malicia y habilidad hacia los de casa y fuerza retórica respecto a los competidores.

Las tres elecciones de gobernador del próximo año, particularmente la del Estado de México, tendrán un peso para 2018.

Los mejores alcaldes en los grandes municipios del país son los del PAN y entre éstos tienen buen lugar los de Saltillo y Tepic; ambos pueden triunfar, particularmente si se repite la historia de 2016, cuando muchos gobernadores del PRI impusieron candidatos.

El Estado de México es una gran incógnita que anticipa las dos interrogantes hacia el 2018: definición de candidatos del PRI y del PAN y si el PRD resuelve suscribir coalición con el PAN