Desplantes de candidatos del PRI dañan comunicación con su dirigencia

Por El Sol de Puebla | Lunes, Abril 20, 2015

Que Víctor Giorgana Jiménez saliera a confrontar, en público, a la dirigente estatal de su partido, Ana Isabel Allende Cano, pudo verse como el exabrupto de un candidato inmaduro e intolerante a la frustración, más interesado en trabajar por sus objetivos individuales que por los de la colectividad: el PRI.

Pero que casi dos semanas después otro abanderado del tricolor, Alejandro Armenta Mier, decidiera tundirle a la dirigencia nacional del partido, de la que es parte Allende Cano, y que optara por hacerlo también de manera pública, evidencia que algo delicado anda mal en el PRI, algo que tiene que ver con la comunicación y la confianza.

"Me hizo un desaire la secretaria (general). Estoy muy encabronado con mi partido", soltó Armenta Mier, candidato a diputado federal por el distrito 7, con cabecera en Tepeaca, después de tener en claro que Ivonne Ortega Pacheco no llegaría a un acto proselitista con mujeres que se celebraba en Amozoc.

Los hechos ocurrieron en la tarde del viernes pasado.

Más de una semana atrás, Giorgana Jiménez, abanderado por el distrito 12, con cabecera en la ciudad de Puebla, le había recriminado a Allende que apareciera como protagonista en los spots de televisión pautados por el Instituto Nacional Electoral para el arranque de las campañas.

Esa vez Giorgana omitió que había faltado a la cita convocada por la dirigencia estatal para grabar algunos de los anuncios electorales. Quiso hacer daño y lo logró, al mandar una primera señal de la falta de coordinación imperante al interior del partido.

Un poco menos perverso que Giorgana, Armenta le repitió la dosis a sus dirigentes.

Quienes pretendan restarle importancia a las palabras del priista y argumenten que obedecieron a una mera reacción colérica frente al desaire de Ortega, que minutos después se disculpó con Armenta Mier a través de su cuenta en Twitter, estarán equivocados.

Si existiera comunicación, pero sobre todo cohesión, dentro del PRI, entre dirigentes, candidatos y militantes, el exabrupto no tendría que haberse materializado, no tendría que haber dado un espléndido material de morbo para los medios de comunicación.

La disculpa de la secretaria general tendría que haber llegado antes de hacerse pública la molestia del candidato e Isabel Allende tendría que haber hablado personalmente con Armenta, aunque fuera por teléfono, para convencerlo de que una causa de fuerza mayor era la que había impedido el arribo de la representante del CEN, y no su desinterés por reforzar las campañas del priismo en Puebla.

Nada de eso ocurrió.

Por el contrario, ya encarrilado, el ex funcionario de la Secretaría de Gobernación federal manifestó que ganará los comicios del domingo 7 de junio, con o sin el apoyo de los integrantes de la presidencia partidista.

Un comienzo desafortunado para el PRI.

En el PAN no pasa nada si la dirigencia formal carece de cualquier tipo de vinculación con los candidatos.

Ahí están Eukid Castañón Herrera y un ejército de operadores bajo su mando para hacer el trabajo político-electoral, lo mismo que Marcelo García Almaguer en asuntos de propaganda y comunicación social.

José Antonio Gali Fayad, alcalde de Puebla (y precandidato del PAN al gobierno del estado para 2016), también participa.

El morenovallismo en pleno.

Pero en el tricolor no hay nadie más.

Si desde las presidencias establecidas, la nacional y la estatal, no se manifiesta el liderazgo que se requiere, no habrá quien llegue a tomar las riendas.

Ni el presidente Enrique Peña Nieto ni el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, desatenderán la agenda de gobierno para venir a operar la elección en lugar de César Camacho, Ivonne Ortega e Isabel Allende.

Eso es peligroso para el priismo, que además de tener frente a sí a un rival de consideración, incluso superior en varios distritos: el PAN, conserva en su interior las rencillas y diferencias que lo siguen minando.

¿Podrá verlo?

@jorgerdzc

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