En 10 meses, partidos terminaron con credibilidad de INE

Por El Universal | Lunes, Marzo 2, 2015

En el Itinerario Político del lunes 7 de abril de 2014, titulado “¿Cuándo van a matar al INE?”, dijimos que entre la clase política poco se hablaba de las bondades del nuevo árbitro electoral y menos de sus cualidades. Un poco en broma y otro tanto en serio corrían apuestas sobre la fecha de caducidad del nuevo INE.

Los verdaderos conocedores decían que no superaría la prueba de la elección de 2015, en tanto que otros aventuraban que podría llegar a 2018, pero con severos problemas de salud, confianza y credibilidad, pues nació con taras genéticas.

Y las razones de la anunciada muerte prematura del INE todos las adivinaban desde su nacimiento; que el INE era igual que el IFE; un grosero reparto de cuotas de poder, monedas de cambio político electoral y ofensivo culto a la impunidad electoral.

Y es que ese 7 de abril de 2014 —fecha del nacimiento formal del INE—, todos sabían que el problema no era de siglas y tampoco de hombres, sino de incultura política. Es decir, que en México, los partidos y los hombres del poder y la política no están dispuestos a crear un verdadero árbitro electoral, autónomo, ciudadano y confiable. ¿Por qué?

Porque si crean otra institución como el primer IFE, entonces tendrían que pagar cara la impunidad electoral a la que todos apuestan; desde el PRI de Peña Nieto, pasando por el PAN de Madero, el PRD de Los Chuchos, el PVEM de los González Torres, el MC del pillo Dante Delgado y hasta la tramposa Morena de AMLO, por citar sólo algunos.

Y si, diez meses después de que aquí planteamos que el problema no era la fortaleza y las cualidades del nuevo INE, sino la incultura democrática de partidos y nuevos consejeros, la terca realidad se impuso y nos ha dado la razón. Y sí, hoy el INE es un cadáver político, cuando no cumple siguiera el primer año de vida y cuando no ha organizado una sola elección.

¿Y ahora que van a decirle a los ciudadanos los mentirosos políticos, los tramposos legisladores, los desacreditados hombres del poder y la punta de desvergonzados consejeros del INE —ofensiva casta divina de vividores del dinero público a los que nada importan los ciudadanos, sino lo abultado de sus carteras—, para salvar lo que queda de un instituto que nació muerto?

¿Existirá una voz honesta, con un mínimo de vergüenza, capaz de reconocer que la creación del INE significó la destrucción facciosa y deliberada del IFE, para justificar una derrota electoral —como la del PAN—, y para cobrar venganza política, como la de AMLO? ¿Habrá un político, sólo uno, con un mínimo de vergüenza que acepte que el INE se construyó a manera de moneda de cambio con la que el PRI de Peña Nieto pagó al PAN y al PRD sus alianzas en el Pacto? La respuesta a las anteriores interrogantes es “no”.

Y es que a diez meses de creado el INE, todos los partidos apuñalan al árbitro electoral porque pelean por su control, por someterlo y por el cobro de cuotas y facturas; porque todos los partidos y todos los políticos se saben en falta; porque saben que son incapaces de acudir a una elección transparente, sin cochineros, limpia, equitativa y creíble; porque sean de izquierda, derecha o centro; verdes, amarillos, tricolores, azules y morenos, todos arrastran la tara de la transa, el cochupo y la impunidad.

¿Y qué decir de los “brillantes” consejeros del INE? El mismo 7 de abril de 2014 documentamos la forma tramposa, corrupta y nada institucional como fueron seleccionados. Y es que el INE nació podrido. Al tiempo.

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