Criminalizan el graffiti en Puebla

Por La Jornada | Sábado, Febrero 14, 2015

El Gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, no tiene límites. Encabeza uno de los estados con mayor represión política, y cada vez se le ocurren más iniciativas para combatir la movilización social y silenciar las expresiones de descontento. A finales de enero pasado, apoyado en el Congreso local por el diputado del Partido Acción Nacional (PAN) Eukid Castañón Herrera convalidó una iniciativa para criminalizar el graffiti con penas de hasta 12 años de cárcel.

Como bien advierte el Frente por la Libertad de Expresión y la Protesta Social, la controvertida iniciativa se enmarca en la tendencia del gobierno estatal de criminalizar la protesta social y estigmatizar a grupos en situación de vulnerabilidad, como la juventud.

Moreno Valle invierte tiempo en la fabricación de delitos. A mediados del año pasado impulsó la también polémica ley bala, como se conoció a la legislación que incluyó el empleo de armas en el uso de la fuerza pública en Puebla. Bajo el amparo de esta ley fue asesinado con una bala de goma un adolescente de 13 años, durante la dispersión de una protesta, hecho que provocó que se diera marcha atrás a la norma, pero no al objetivo de frenar las expresiones de descontento social.

La nueva iniciativa dirigida a todos aquellos que realicen “pintas” en el espacio público o privado, “es muy ambigua y permite su uso discrecional”, e, igual que la ley bala, permite que se reprima y encarcele a quien se oponga a las políticas del gobierno de Rafael Moreno Valle, advierte por su parte Carlos Ventura, del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria.

Los datos que confirman lo anterior no son menores. El Frente de Organizaciones Sociales y Políticas del estado de Puebla advierte que actualmente alrededor de 45 activistas están presos por oponerse a los megaproyectos que los despojan de sus territorios y recursos naturales.

Si la nueva ocurrencia del gobierno de Puebla se echa andar (la discusión en el Congreso se postergó), no se haría distinción entre las agresiones a la propiedad pública, las estéticas sociales o las pintas en las protestas. El colectivo Naíz, que agrupa a jóvenes grafiteros que retoman ideas del muralismo mexicano clásico desde hace 10 años en Puebla, lo tiene claro: “Creemos que hay formas de que la gente que no tiene acceso al arte lo haga desde sus propias trincheras. Por eso llevamos el arte a las calles, a su cotidianidad”, lo que el gobernador, por lo visto, considera delictivo.

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