Segob regala a estudiantes renuncia de directora del IPN

Por El Universal | Miércoles, Octubre 1, 2014

Seguramente el gobierno de Enrique Peña Nieto aplaudió y hasta dio las gracias a los jóvenes manifestantes del IPN, y a sus infiltrados, por darle la oportunidad de presentarse como un gobierno dialogante, tolerante, incluyente, alejado de la represión, y hasta permitieron al titular de Gobernación, Miguel Osorio, aparecer como campeón de la democracia.

Seguramente en Los Pinos aplauden la intolerancia mostrada por algunos de los radicales que tripulan a los marchantes del IPN, ya que gracias al chantaje de que no entrarían a las instalaciones de Gobernación —y que exigían que el secretario saliera a la calle a recibir el pliego petitorio—, Miguel Osorio dio muestras inéditas de habilidad política al salir a la calle y, en un templete les dijo a los jóvenes lo que querían escuchar. Bueno, hasta se retiró en medio de la ovación y el aplauso.

Y es que Miguel Osorio no es un improvisado en conflictos estudiantiles. Los marchantes del IPN y sus tripulantes no saben que —en su momento—, el gobernador de Hidalgo, Miguel Osorio, trabajó con habilidad, talento y talante para desarmar una de las peores pesadillas de su gobierno: la escuela Normal de El Mexe. ¿Y qué pasó en ese caso? Casi nada, que sin confrontación, con diálogo, y con una habilidosa desactivación de los violentos, el gobernador Osorio convirtió la conflictiva normal rural en una exitosa escuela politécnica. Sí, politécnica.

Seguramente en Los Pinos le dicen “¡Gracias!” a los promotores de los paros y las marchas del IPN, porque una movilización construida para crear una crisis social en torno a los estudiantes politécnicos —justo en la celebración del mítico 2 de octubre—, le permitió al gobierno de Peña Nieto mostrar al mundo que el suyo es un gobierno dialogante, tolerante, incluyente, alejando de la represión a movimientos sociales, que escucha a sus estudiantes y que está lejos de la represión.

El mensaje no es menor si se toma en cuenta que hoy, a los ojos del mundo, México está bajo sospecha de ser responsable de graves violaciones a los derechos humanos de 22 presuntos delincuentes que fueron masacrados por militares que ayer mismo fueron acusados de homicidio. Un mensaje que no es menor si se considera que en el mundo las movilizaciones estudiantiles han desestabilizado gravemente a otras naciones; si se toma en cuenta que, por ejemplo, en Hong Kong, los estudiantes se movilizan a favor de libertades democráticas básicas.

Seguramente en Los Pinos aplauden a los manifestantes del IPN por darle la oportunidad de exhibir que —a pesar de la deplorable imagen del gobierno federal por la masacre de Tlatlaya y a horas de la celebración del 2 de octubre— el gobierno de Peña Nieto está lejos de los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz y de Luis Echeverría, responsables de las masacres estudiantiles de 1968 y 1971.

Y es que si en los tiempos de Gustavo Díaz Ordaz, de Luis Echeverría —y hasta en algunos gobiernos ciegos y sordos del PRD y del PAN— los conflictos sociales y estudiantiles se hubiesen resuelto con un secretario de Gobernación escuchando en la calle a los estudiantes, hoy no habría un 2 de octubre, un 10 de junio, una matanza como la de Guerrero.

Seguramente en Los Pinos aplauden a los manifestantes del IPN, porque gracias a esa movilización, los sistemas de inteligencia del Estado mexicano ubicaron con precisión a los grupos y las personas —ajenos a la preocupación estudiantil—, interesadas en agitar a los politécnicos y a otros universitarios; interesados en darle un uso político a la inquietud y legítimo reclamo de los estudiantes.

Y a la distancia queda claro que los estrategas del gobierno federal trabajaron rápido y mediante una operación quirúrgica decidieron desactivar de raíz el conflicto de IPN. Les dijeron a los estudiantes lo que querían escuchar, los capotearon con templados derechazos y les dieron la cabeza de la directora del IPN. Y es que la directora del IPN vale nada frente al interés de la imagen del gobierno federal. Y, al mismo tiempo, los manifestantes del IPN le regalaron al gobierno la mejor faena. Al tiempo.

EN EL CAMINO

Y también es inédito el regaño del presidente Peña Nieto al gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, al que culpó de la ingobernabilidad en esa entidad y le exigió asumir su responsabilidad. Y también inédito que el presidente ataje el escándalo Tlatlaya, cuando la PGR culpa a cuatro militares de la masacre de 22 delincuentes. Peña aprendió, las crisis se matan a poco de nacer.