Queda en manos del congreso devolver autonomía a la CNDH

Por El Universal | Jueves, Agosto 21, 2014

Dos contrastantes eventos alumbran las posibles rutas que definirán el destino de la Comisión Nacional de Derechos Humanos: la evaluación que se le realizó en la Cámara de Diputados y el encuentro de Enrique Peña Nieto con Raúl Plascencia, ambos esta misma semana.

En la evaluación que realizó la Cámara de Diputados no se tenía contemplada la develación de algún busto del ómbudsman, tampoco había tarjetas preparadas por asesores que homenajearan la trayectoria de Plascencia, sino que le esperaban sustentados cuestionamientos sobre las omisiones y fallas que la CNDH ha tenido durante su mandato.

Quizá por eso prefirió enviar en su representación a algunos de sus subordinados, que tuvieron que esquivar las imputaciones con las que los legisladores evidenciaron los altos niveles de ineficiencia de la institución frente a los ingresos que recibe. Así que Juan López, asesor de la primera visitaduría; Jorge Salgado, de la quinta, y Elena Herrera —quienes estaban entre el público asistente— se dieron a la tarea de interrumpir al diputado Ricardo Mejía sin conseguir contrarrestar los datos y hechos que los legisladores enlistaban uno tras otro.

No obstante, la Presidencia de la República recompensó a Plascencia con un espaldarazo que refleja claramente el poco valor que ambos tienen por el principio de autonomía institucional que deberían respetar cabalmente. En un evento que conmemora los quince años de autonomía de la Comisión, el cruce de manos, miradas y elogios hizo trizas la razón del aniversario. Incluso Peña reconoció en redes sociales el trabajo “comprometido” de Plascencia y de todos los que laboran en la CNDH. Unas por otras. Recordemos que a finales de mes la Comisión reconoció la labor del gobierno federal. Fue justamente durante la presentación del Programa Nacional de Derechos Humanos en Palacio Nacional, que Plascencia destacó la disminución de quejas contra las fuerzas armadas durante la administración de Peña Nieto.

Como podemos ver, la relación complaciente que existe entre la Presidencia de la República y la CNDH no es un indicador de sana distancia. Las próximas resoluciones que deberá emitir la institución garante de nuestros derechos, en caso de que se ratifique a Plasencia, tendrían como referente ese empujoncito presidencial.

Así que la autonomía desgarrada será difícilmente reparable mientras los legisladores no aprueben en Pleno el dictamen que incorporaron el 22 de abril de este año, el cual podemos consultar en la gaceta parlamentaria 4006-IV año XVII, y que propone reformas al artículo 10 de la Ley de la CNDH, para regular proceso de selección de su presidente de forma transparente, además de que debe cumplir con los principios de París relativos al estatuto y funcionamiento de las instituciones nacionales de protección y promoción de los derechos humanos de Naciones Unidas.

En caso de que Plascencia confiara plenamente en el trabajo que dice haber realizado y tuviera resultados que lo enorgullecieran, se hubiera presentado en la Cámara de Diputados para dar la cara. También habría dado respuesta a los diez cuestionamientos que hace meses le envió el diputado Mejía y que a la fecha no ha contestado.

El artículo que publiqué el sábado en este diario sí lo incentivó a dar una respuesta, que firmó la directora de Comunicación Social, Ana María Abadie. Entre generalidades y descalificaciones sobre la información que presenté, no encuentro un solo elemento que rebata con datos y argumentos la falta de transparencia que ha tenido su administración, la evasión por atender a las víctimas frente a su subordinación a las autoridades, y los elevados ingresos que no se justifican con auditorias aprobadas, sino que ameritarían la justa solución de los casos. No hay mucho que responderles cuando frente a las cifras y argumentos que ofrecí recibo la grandiosa sugerencia de visitar su sitio web o, como en el caso de la estudiante a la que negaron la información pública, una atenta invitación para acudir a sus instalaciones. Su respuesta es un elemento más para añadir a las razones contra su ratificación. ¿Podíamos esperar algo distinto?

Insisto, los legisladores tienen la última palabra: devolver la autonomía a la CNDH nombrando un presidente que de facto la garantice o ratificar el simulacro.