Crisis de credibilidad del gobierno poblano también alcanza a Carrancá

Por La Jornada de Oriente | Jueves, Julio 31, 2014

De todos los funcionarios de primer nivel del Poder Ejecutivo de Puebla, quien ha gozado de mayor prestigio, estima y respeto es sin duda Víctor Antonio Carrancá Bourget, procurador de Justicia, quien siempre se ha destacado por ser un personaje sereno, mesurado y con un dominio de conocimientos periciales. Sin embargo, ayer por primera vez, en lo que va del sexenio, se le notó exasperado, cansado, intolerante y que ha entrado en una actitud paranoica, todo ello como consecuencia de no lograr convencer con la versión absurda, inverosímil, infantil, de que la Policía Estatal nada tuvo que ver con el niño muerto y los heridos de la brutal represión de San Bernardino Chalchihuapan.

Dicho de otra manera, el rostro y las actitudes de Carrancá Bourget empiezan a ser un reflejo genuino de la crisis que sufre el grupo morenovallista por el callejón sin salida en que se metió y que lo ha sumido en el descrédito, en blanco de ofensas, burlas y ejemplo de abusos, corrupción y autoritarismo.

Más allá de lo anecdótico, el comportamiento que ya está mostrando Víctor Antonio Carrancá lo convierte en un hombre peligroso para Puebla, a quien se le debe tener miedo y no se pueda confiar en los más mínimo. Sí cree que exagero, solamente hay que echar un vistazo al ambiente paranoico que privó este miércoles en las oficinas de la PGJ para ofrecer una simple rueda de prensa. Estos son los datos:

Desde el martes en la noche ya se sabía que Carrancá ofrecería una rueda de prensa al día siguiente y se especuló que soltaría una “bomba mediática” en torno al conflicto de Chalchihuapan, lo cual no ocurrió, pues salió por enésima vez a repetir la versión nada creíble de que los heridos de esa comunidad fueron  producto de autoatentados. Lo que llamó la atención es que el edificio de la PGJ amaneció rodeado e invadido por agentes policiacos fuertemente armados, así como uniformados con equipo antimotines.

A las reporteras, en particular, les examinaron los bolsos para evitar que introdujeran explosivos, armas o material radiactivo, ya que no se puede explicar para qué hacer esa revisión tan exagerada, atemorizante, violatoria de los derechos de libre tránsito en un edificio público, que por cierto los contribuyentes estamos pagando de manera onerosa su reconstrucción.

En general a todos los periodistas les pidieron que se identificaran, que anotaran sus nombres y firmaran un libro de registros, que celosamente era vigilado por Sagrario Conde, quien es el enlace de Comunicación de la Secretaría de Finanzas y estaba haciendo labores de policía para evitar que algún reportero llevara a escondidas “piedras de grueso calibre”, de esas que dice el gobierno que se utilizaron contra indefensos granaderos de la Policía Estatal en los hechos violentos del 9 de julio.

Era tanto el acoso policiaco que un uniformado estuvo vigilando a un reportero por el simple hecho de que entró al edificio de la PGJ  comiendo una bolsa de gomitas, como las que se venden en las dulcerías de los cines. El comunicador al sentirse observado, intimidado, no le quedó otra alternativa que responder con una ironía y decirle al agente: “Te voy a aventar una goma, como las balas de goma de Chalchihuapan”.

¿Para qué se hace un despliegue policiaco de este tipo en una rueda de prensa?

¿Qué pasa por la cabeza de Víctor Carrancá?

¿Esos uniformados no eran más útiles en lugares de la ciudad en donde todos los días hay asaltos a cuentahabientes, robos de autos y venta de narcóticos?

No cabe duda que el titular de la PGJ ya muestra un comportamiento de corte estilo Gustavo Díaz Ordaz, que veía conspiraciones comunistas internacionales en todo aquello que fuera protesta o crítica.

Y parece que el procurador empieza a ver en los periodistas como conspiradores anti–morenovallistas. Lo cual es un comportamiento paranoico.

Uno se pregunta: ¿Si ese tipo de intimidación se hace con la prensa, entonces cuál es el trato que se da a los campesinos y mototaxistas que han sido detenidos por la Policía bajo el estatus de enemigos del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas?

En la conferencia de prensa es cierto que Víctor Carrancá nunca levantó la voz pero si se le notó cansado, molesto, que evadió el grueso de las preguntas críticas y generó risas ante varios disparates que expresó, como el decir que el poblador que perdió una parte de la lengua, de la mandíbula y el habla fue herido por una piedra y que nada tuvo que ver la Policía.

O cuando dijo que tenía la prueba reina contra los pobladores de Chalchihuapan a quienes se les ve con tubos de PVC o de metal intentando lanzar cohetes. Ante ello surge una pregunta básica: ¿Y eso qué? Al final eso no prueba en nada quién mató al niño José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo.

Lo más patético es que se vuelven a mostrar videos en los cuales lo único que se observa son campesinos pobres, que no tienen más que piedras frente a policías altamente equipados y armados, que exhiben grandes deficiencias técnicas.

Carrancá viene de una familia de juristas y nadie duda en su alta formación académica, pero ayer actuó como vil abogado “chicharronero”, esos que se dedican a cobrar letras, pagarés y recibos.

Y es que varias veces se le cuestionó por el policía que estuvo detenido por trata de personas y luego aparece en unos de los videos empleados por los morenovallistas para defender la tesis de que los agredidos fueron los granaderos, no los pobladores de Chalchihuapan. La respuesta del titular de la PGJ fue que ese no era el tema de la conferencia y nunca pudo dar una respuesta convincente.

Si un procurador minimiza que un supuesto tratante de blancas esté en las filas de la Policía, entonces estamos frente a la vulneración absoluta del Estado de Derecho y en la barbarie absoluta. Se supone que el titular de la PGJ debe velar por el castigo de todos los delitos y no hacerse de la vista gorda de ningún ilícito, ya sea por motivos políticos o porque se ha perdido la paciencia.